Página 53 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Una visión del conflicto
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El conflicto ha pasado. Toda tribulación y lucha ha llegado a su
fin. Cantos de victoria embargan el cielo mientras los redimidos se
reúnen en torno al trono de Dios. Al unísono cantan alegres el refrán:
“Digno, digno es el Cordero que fue inmolado, y ha revivido como
conquistador triunfante”.
“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie
podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que
estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de
ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz,
diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en
el trono, y al Cordero”.
Apocalipsis 7:9, 10
.
“Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado
sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por
esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su
templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo
sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más
sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio
del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y
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Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”. “...y ya no habrá
muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras
cosas pasaron”.
Apocalipsis 7:14-17; 21:4
.
¿Captaréis la inspiración de la visión? ¿Dejaréis que vuestra
mente contemple la escena? ¿Os convertiréis de verdad para luego
salir a trabajar con un espíritu completamente diferente a aquel con
que habéis trabajado en el pasado, desplazando al enemigo, derri-
bando toda barrera al avance del evangelio, llenando corazones de la
luz, la paz y el gozo del Señor? ¿No quedará enterrado el malvado
espíritu de crítica y murmuración, para nunca más resucitar? ¿No
ascenderá el incienso de alabanza y gratitud de corazones purifica-
dos y santificados por la presencia de Cristo? ¿No nos asiremos por
fe de los pecadores para traerlos al pie de la cruz?
¿Quiénes se consagrarán ahora al servicio del Señor? ¿Quiénes
prometerán ahora no afiliarse al mundo, sino más bien salir de él y
apartarse, rehusando contaminar su alma con los esquemas y prác-
ticas mundanales que han estado manteniendo a la iglesia bajo la
influencia del enemigo?
Estamos en este mundo para levantar en alto la cruz de la abne-
gación. Al exaltar esta cruz, descubriremos que ella nos levanta a