Página 54 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
nosotros. Que todo cristiano ocupe su lugar, captando la inspiración
de la obra que Cristo llevó a cabo en favor de las almas mientras
estuvo en este mundo. Necesitamos la pasión del héroe cristiano que
puede soportar ver al Invisible. Nuestra fe debe experimentar una
resurrección. Los soldados de la cruz han de ejercer una influencia
positiva en favor del bien. Cristo dice: “El que no es conmigo, contra
mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”.
Mateo 12:30
. La
indiferencia en la vida cristiana es una clara negación del Salvador.
¿Acaso no deberían verse en el mundo hoy cristianos que en
todos los aspectos de su obra sean dignos del nombre que llevan,
que aspiran hacer las obras dignas de valientes soldados de la cruz?
Estamos viviendo cerca del final del gran conflicto, cuando muchas
almas serán rescatadas de la esclavitud del pecado. Estamos vivien-
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do en un tiempo cuando de una manera especial pertenece a los
seguidores de Cristo la promesa: “Yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo”.
Mateo 28:20
. Aquel que mandó que la
luz brillase en la oscuridad, que nos ha llamado de las tinieblas a su
luz admirable, nos pide que dejemos alumbrar nuestra luz delante
de los hombres, para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a
nuestro Padre que está en los cielos. La luz le ha sido dada al pueblo
de Dios en tal abundancia que Cristo tiene razón en exigirles que
sean la luz del mundo.
A nuestros médicos y ministros envío este mensaje: Emprended
la obra del Señor como si de veras creyeseis la verdad para este tiem-
po. Los obreros médico misioneros y los obreros en el ministerio
evangélico deberán estar unidos con vínculos indisolubles. Deben
hacer su obra con nuevo aliento y poder. En nuestras iglesias debe
haber una nueva conversión y una reconsagración al servicio. En
nuestra obra futura y en las reuniones que llevemos a cabo, ¿no
podríamos estar en común acuerdo? ¿No lucharemos con Dios en
oración, pidiendo que el Espíritu Santo entre en cada corazón? La
presencia de Cristo, manifestada en nuestro medio, curaría la lepra
de la incredulidad que ha hecho que nuestro servicio sea débil e
ineficiente. Necesitamos el soplo de vida divina. Debemos ser con-
ductos por medio de los cuales el Señor pueda enviar su luz y su
gracia al mundo. Debemos descartar nuestros pecados y por medio
de la confesión y el arrepentimiento humillar nuestros corazones