Página 65 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Advertencias y consejos dados a la iglesia de Battle Creek
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Cuando el yo muere, cuando os rendís a Dios para hacer su
obra, para dejar que la luz que él os ha dado brille por medio de
las buenas obras, no trabajaréis solos. La gracia de Dios está por
delante para cooperar con cada esfuerzo que se haga con el fin de
iluminar a los ignorantes y a los que no saben que el fin de todas las
cosas se aproxima. Pero Dios no hará la obra que os corresponde a
vosotros. La luz podrá brillar en abundancia, pero la gracia concedida
convertirá vuestra alma solamente si os anima a cooperar con las
agencias divinas. Habéis sido llamados a vestiros de la armadura
cristiana y a ingresar en el servicio del Señor como soldados activos.
El poder divino cooperará con el esfuerzo humano para quebrantar
el hechizo mundanal con que el enemigo ha cautivado a las almas.
* * * * *
Una vez más pido la ayuda que ya debimos haber recibido, los
recursos que es preciso que tengamos, si es que se va a lograr hacer
algo en este país. Que vuestros corazones se sientan impelidos por
el amor hacia las almas que perecen. Obedeced el impulso que viene
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de lo alto. No entristezcáis al Espíritu de Dios con vuestra demora.
No resistáis los métodos de rescatar a las almas de la esclavitud del
pecado. La obra se asigna a cada hombre conforme a su habilidad.
Haced lo mejor que podáis y Dios aceptará vuestros esfuerzos.
La obra misionera dentro y fuera del país
Granville, Australia,
24 de julio de 1895.
El campo de Dios es el mundo. Jesús dijo a sus discípulos: “Re-
cibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo,
y me seréis testigos en Jerusalén, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra”. “Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el
perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusa-
lén”.
Hechos 1:8
;
Lucas 24:47
. Pedro dijo a los creyentes: “Porque
para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los
que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”.
Hechos
2:39
.