Página 80 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

Basic HTML Version

76
Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
estos pobres desechados. Los ángeles de Dios cooperarán con los
que están ocupados en esta obra, que no escatiman esfuerzo para
[81]
la salvación de las almas que perecen, brindándoles oportunidades
que muchos nunca habían tenido. No hay otra manera de acercarse
a ellas, excepto por el método de Cristo. Él siempre actuó para
aliviar el sufrimiento y enseñar la justicia. Solamente así podrán los
pecadores ser levantados del abismo de la degradación.
Los obreros han de trabajar con amor, alimentando, limpiando y
vistiendo a los que necesitan su ayuda. De esta manera estas personas
desechadas estarán preparadas para saber que alguien se preocupa
por su alma. El Señor me ha mostrado que muchos de estos pobres
desechados de la sociedad, gracias al ministerio de agentes humanos,
cooperarán con el poder divino y procurarán restaurar la imagen
moral de Dios en otros por quienes Cristo ha pagado el precio de
su propia sangre. Serán llamados los elegidos de Dios, tenidos en
grande estima, y estarán junto al trono de Dios.
Una palabra de advertencia
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y
entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo
del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán
a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo
hasta el otro”.
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro
Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué
hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.
Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del
Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo
fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el
alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su
señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos
sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón:
Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y
[82]
aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel
siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará