Página 88 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
dido la preciosa lección y el conocimiento espiritual que habrían
obtenido por su obediencia. Muchos de entre ellos han perdido el
favor de Dios. El corazón mismo de la obra quedó congestionado.
Por mucho tiempo fue dada la advertencia, pero no se hizo caso de
ella. La razón de esta desobediencia es que el corazón y la mente
de muchos en Battle Creek no están bajo la influencia del Espíritu
Santo. Esas personas no comprenden cuánto trabajo queda por hacer.
Están adormecidas.
Cuando los adventistas del séptimo día se establecen en ciudades
donde ya existe una iglesia grande, no están en su debido lugar y
su espiritualidad se debilita más y más. Sus hijos están expuestos a
numerosas tentaciones. Hermanos míos, a menos que seáis impres-
cindibles para el adelanto de la obra en un tal lugar, sería mucho más
prudente que fuerais a un lugar donde la verdad no ha penetrado aún,
y os esforzarais en dedicar vuestra capacidad a la obra del Maes-
tro. Realizad grandes esfuerzos para crear un interés en la verdad
presente. El trabajo hecho de casa en casa es de eficacia cuando es
hecho con un espíritu cristiano. Celebrad reuniones y haced que sean
interesantes. Recordad que esto exige algo más que una predicación.
Muchos de los que han vivido por largo tiempo en un mismo
lugar pasan su tiempo criticando a los que trabajan por convencer y
convertir a los pecadores. Critican los motivos y las intenciones de
los demás, como si fuera imposible que nadie trabaje desinteresa-
damente en la obra que ellos mismos rehúsan cumplir. Constituyen
piedras de tropiezo. Si fueran a los lugares donde no hay creyentes,
y si allí se dedicasen a ganar almas para Cristo pronto estarían tan
ocupados proclamando la verdad y socorriendo a los que sufren, que
no les quedaría tiempo para disecar los caracteres, para sospechar
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el mal en otros y luego divulgar los resultados de su pretendida
habilidad de discernir lo que hay debajo de las apariencias.
Vayan al campo de la mies para sembrar y segar para el Maestro
los que hayan vivido mucho tiempo en lugares donde hay grandes
iglesias. En su anhelo de salvar almas, se olvidarán de ellos mismos.
Verán que hay tanta obra que hacer, tantos semejantes a quienes
ayudar, que no tendrán tiempo para rebuscar las faltas ajenas ni para
obrar negativamente.
La reunión de un gran número de creyentes en un mismo lugar
tiende a excitar la crítica y la calumnia. Muchos se enfrascan en