Página 104 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
de la gracia salvadora. Sin embargo, ésta es en realidad la obra dada
a los hombres por el sacrificio del Hijo de Dios. Sabiendo esto, pode-
mos quedar indiferentes? Hermanos míos, os invito a despertar. Las
facultades espirituales que no se ejerciten en ganar almas para Cristo
se debilitarán y acabarán por morir. ¿Cómo podremos justificamos
si descuidamos la grande y bella obra para cuya realización Cristo
dio su vida?
No podemos dedicar acosas vanas e insignificantes los pocos
días que nos quedan aquí en la tierra. Debemos humillar nuestra
alma delante de Dios de manera que cada cual pueda recibir la
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verdad y permitirle que realice en su vida una reforma que convenza
al mundo de que esa verdad es realmente de Dios. Permanezca
nuestra vida oculta con Cristo en Dios. Cuando busquemos al Señor
como niñitos; cuando dejemos de encontrar defectos en nuestros
hermanos y hermanas y en los que se esfuerzan por llevar fielmente
las responsabilidades de la obra; cuando procuremos poner nuestros
propios corazones en regla con Dios; entonces, y sólo entonces,
podrá él usarnos para gloria de su nombre.
Si queremos que Dios se agrade de nuestro trabajo, debemos
asumir delante de él una actitud de sacrificio personal. Recordemos
que la simple profesión nada es, a menos que la verdad esté en el co-
razón. Es necesario que el poder convertidor de Dios tome posesión
de nosotros, para que podamos comprender las necesidades de un
mundo que perece. El mensaje que estoy encargada de anunciaros es
éste: Preparaos, preparaos para el encuentro con el Señor. Aderezad
vuestras lámparas y que la luz de la verdad brille hasta en los lugares
más apartados. Hay un mundo entero que espera que se le anuncie
la proximidad del fin de todas las cosas.
Hermanos y hermanas, buscad al Señor mientras puede ser ha-
llado. Se aproxima el tiempo cuando los que habrán despilfarrado
su tiempo y sus oportunidades se lamentarán de no haber buscado a
Dios. El os dio la facultad de raciocinio, y desea que la uséis para
vosotros mismos y para su obra. Quiere que trabajéis con celo para
él en las iglesias. Quiere que organicéis reuniones para la gente de
afuera, para que ella aprenda a conocer las verdades de este último
mensaje de amonestación. Habrá lugares donde seréis recibidos con
gozo, donde las almas os agradecerán de haber ido en su ayuda.