Página 111 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

Basic HTML Version

Métodos de trabajo
107
gloria”. Si aceptan a Cristo tendrán el honor más elevado, honor que
el mundo no puede dar ni quitar. Descubrirán que en la obediencia a
los mandamientos de Dios existe una valiosa recompensa.
El compasivo Redentor pide a sus servidores que presenten a
ricos y pobres la invitación a la cena. Salid a los lugares concurridos
y a los lugares despoblados, y por medio de vuestros esfuerzos
perseverantes y determinados, instadlos a entrar. Que los ministros
del Evangelio hagan contacto con esas personas adineradas del
mundo y las traigan al banquete de la verdad que Cristo ha preparado
para ellas. Aquel que dio su vida preciosa por ellos dice: “Traedlos
y sentadlos a mi mesa, y yo les serviré”.
[94]
Ministros de Cristo, relacionaos con esta clase de personas. No
las paséis por alto por considerarlas sin esperanza. Trabajad con toda
la persuasión posible, y como fruto de vuestros fieles esfuerzos veréis
en el reino de los cielos a hombres y mujeres que serán coronados
como vencedores y cantarán el himno triunfante del conquistador.
“Y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”.
Apocalipsis 3:4
.
Hasta ahora se han realizado escasos esfuerzos en favor de perso-
nas que ocupan posiciones de responsabilidad en el mundo. Muchas
de ellas poseen calificaciones superiores; tienen recursos e influen-
cia. Estos son dones valiosos que el Señor les ha confiado para que
los aumenten y empleen para el bien de otros.
Procurad salvar a personas adineradas. Instadlas a devolver al
Señor los tesoros que les ha confiado, para que en Nueva York y
otras grandes ciudades puedan establecerse centros de influencia
de los cuales salgan las verdades bíblicas en su sencillez para que
la gente las reciba. Persuadidlas a que pongan sus tesoros junto al
trono de Dios al devolver al Señor su substancia y permitir a sus
obreros hacer el bien y promover su gloria.
Planes para aumentar el número de obreros
El poder de un ejército se mide mayormente mediante la efi-
cacia de sus soldados. Un general sabio instruye a sus oficiales a
que entrenen a cada soldado para el servicio activo, porque desea
desarrollar la mayor eficacia posible en todos ellos. Si tuviera que
depender únicamente de sus oficiales, no podría esperar llevar a cabo