Métodos de trabajo
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no trabajen personalmente, quisiera decirles: No pongáis trabas a
los que están dispuestos a trabajar, sino dadles ánimo y prestadles
apoyo.
Toda esta obra de preparación debiera ir acompañada por una
ferviente búsqueda del Señor para recibir su Espíritu Santo. Des-
tacad esto ante los que están dispuestos a dedicarse al servicio del
Maestro. El mundo observa nuestro comportamiento. Cada acto es
escudriñado y observado. Hay que cultivar con diligencia las gracias
cristianas, para que los que profesan la verdad puedan enseñarla a
otros tal como es en Jesús, para que ellos mismos sean ejemplos y
nuestros enemigos no puedan decir nada malo de ellos. Dios pide
que haya mayor piedad, santidad de vida y pureza de comporta-
miento, de acuerdo con los principios elevadores y santificadores
que profesamos. Las vidas de los obreros de Cristo debieran ser de
tal naturaleza que los incrédulos, al ver su santo comportamiento
y conversación circunspecta, puedan ser encantados por la fe que
produce tales resultados.
El esfuerzo personal en relación con los congresos
La obra que se efectúa en nuestros congresos debiera llevarse
a cabo siguiendo las enseñanzas de Jesús y no según los métodos
humanos. Hay que conseguir que los miembros de iglesia trabajen.
Los ángeles de Dios dirigirán en la apertura de campos cercanos y
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lejanos, para que la obra de amonestar al mundo se complete con
rapidez. Dios llama a los creyentes a que obtengan experiencia en la
obra misionera al ir a nuevos territorios y trabajar con inteligencia
por la gente. Los que hagan esto encontrarán abundantes oportuni-
dades de trabajo.
En el proceso de atender a las personas que manifestaron inte-
rés durante un congreso, se requieren auxiliares en diversas líneas,
y estas oportunidades debieran considerarse como escuelas de ca-
pacitación para los obreros. Que los jóvenes trabajen con obreros
experimentados, quienes orarán con ellos y los instruirán pacien-
temente. Mujeres consagradas debieran dedicarse a dar estudios
bíblicos de casa en casa. Algunos obreros debieran dedicarse al
colportaje para vender nuestras publicaciones y darlas juiciosamente
a quienes no puedan comprarlas.