Página 117 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

Basic HTML Version

Métodos de trabajo
113
En los centros de salud más famosos y en los centros de turismo,
atestados con miles de buscadores de salud y placer, debieran haber
ministros y colportores capaces de atraer la atención de las mul-
titudes. Que estos obreros busquen la oportunidad de presentar el
mensaje para esta hora y que lleven a cabo reuniones cuando puedan.
Que aprovechen sin pérdida de tiempo las ocasiones de hablar a la
gente. Acompañados por el poder del Espíritu Santo, que se rela-
cionen con la gente con el mensaje presentado por Juan el Bautista:
“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
Mateo
3:2
. La palabra de Dios debe presentarse con claridad y poder, para
que oigan la verdad los que tienen oídos para oír. En esta forma el
Evangelio de la verdad presente se colocará en el camino de quienes
no lo conocen, y será aceptado por muchas personas y llevado a sus
hogares en todas partes del mundo.
Con celo incansable
Debemos presentar la última advertencia de Dios a los seres
humanos, con ferviente estudio de la Biblia y activa difusión de la
luz. Que cada alma que ha recibido la iluminación divina trate de
impartirla a otros. Que los obreros vayan de casa en casa y abran
la Biblia ante la gente, que hagan circular las publicaciones, que
comuniquen a otros la luz que ha bendecido sus propias almas. Que
las publicaciones se distribuyan juiciosamente, en los trenes, en la
calle, en los grandes barcos que surcan los mares y por correo.
Hay que llevar a cabo una gran obra, y los que conocen la verdad
debieran ayudar con entusiasmo. El amor de Cristo debe llenar
sus corazones. El Espíritu de Cristo debe derramarse sobre ellos,
y deben prepararse para el juicio. Al consagrarse a Dios, un poder
[100]
convincente apoyará sus esfuerzos por presentar la verdad a otras
personas. No debemos continuar durmiendo en el terreno encantado
de Satanás, sino que debiéramos poner en acción todos nuestros
recursos, y aprovechar toda facilidad provista por la Providencia.
La última advertencia debe ser proclamada ante “muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes” (
Apocalipsis 10:11
); y se les ha dado esta
promesa: “He aquí estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo”.
Mateo 28:20
.