Página 162 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
prácticas. Cuanto menos contéis con los métodos del mundo, mejor
será para los estudiantes. Debiera cultivarse principalmente el arte
de cuidar a los enfermos sin hacer uso de medicamentos tóxicos y
de acuerdo a la luz que Dios ha dado. No es necesario hacer uso de
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medicamentos para tratar a los enfermos. Los estudiantes deberían
salir de la escuela sin haber sacrificado los principios de la reforma
pro salud ni su amor hacia Dios y la justicia.
Los que desean proseguir con éxito la obra médica misionera en
relación con la obra del mensaje del tercer ángel deben estimar cada
vez menos la enseñanza según el ideal del mundo. Debe enseñárseles
a obedecer a la conciencia y cuando sigan concienzuda y fielmente
los buenos métodos en el tratamiento de las enfermedades, esos
métodos terminarán por ser reconocidos como preferibles a los que
están en boga y que implican el uso de drogas tóxicas.
No debemos tratar de rivalizar con las escuelas de medicina
del mundo. Si lo hiciéramos, nuestras perspectivas de éxito serían
muy pocas. No estamos en situación de crear grandes facultades
de medicina. Por otra parte, si seguimos los métodos de práctica
médica según el uso del mundo, exigiendo honorarios elevados como
lo hacen los médicos en general, nos alejaremos de los planes según
los cuales Cristo quiere que ejerzamos nuestro, ministerio en favor
de los enfermos.
Debería haber en nuestros sanatorios hombres y mujeres inteli-
gentes, capaces de enseñar los métodos de Cristo. Bajo la dirección
de maestros competentes y consagrados, los jóvenes pueden ser he-
chos participantes de la naturaleza divina y aprenderán a huir de la
corrupción que reina en el mundo por la concupiscencia. Se me ha
mostrado que deberíamos tener un número mayor de mujeres capa-
ces de tratar especialmente las enfermedades de su sexo, y muchas
enfermeras que puedan cuidar a los enfermos de un modo sencillo,
sin usar drogas.
No está de acuerdo con las instrucciones dadas en el Sinaí que los
médicos varones deban cumplir el oficio de parteras. La Biblia nos
muestra a las parturientas atendidas por otras mujeres, y así debiera
ser siempre. Debiera instruirse a mujeres y prepararlas de manera
que puedan desempeñar con éxito el cargo de parteras y de médicas
junto a las personas de su sexo. Tal es el plan de Dios. Enseñemos de
manera inteligente a las señoras a cuidar las enfermedades de su sexo.