Página 180 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
Hay un solo Señor, una sola fe. Debiéramos tratar de contestar la
oración de Cristo por sus discípulos, para que sean una sola cosa.
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me
enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo
me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados
en la verdad... Mas no ruego solamente por éstos, sino también por
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los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos
sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos
sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”.
Juan 17:17-21
.
Debiera entenderse que la unidad perfecta entre los obreros es
necesaria para llevar a cabo con éxito la obra de Dios. Con el fin de
preservar la paz, todos debieran procurar recibir sabiduría del Gran
Maestro. Que todos ejerzan cuidado para no introducir proposiciones
ambiciosas que crearían disensión.
Debemos sometemos unos a otros. Ninguna persona, en sí mis-
ma, es un todo completo. Por medio del sometimiento de la mente y
la voluntad al Espíritu Santo, debemos continuar aprendiendo del
Gran Maestro.
Estudiad el segundo capítulo de los Hechos. En la iglesia primi-
tiva, el Espíritu de Dios obró poderosamente por medio de los que
se encontraban unidos en armonía. En el día del Pentecostés todos
estaban de común acuerdo en un mismo lugar.
Debemos demostrar al mundo que personas de diversas naciona-
lidades pueden estar unidas en Cristo Jesús. Entonces, eliminemos
toda barrera y dediquémonos en unidad al servicio del Maestro.
En el levantamiento de barreras nacionales presentáis al mundo
un plan de invención humana que Dios no puede aprobar. A los que
desean hacer eso, el apóstol Pablo les dice: “Porque aún sois carnales;
pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no
sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo
ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois
carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por
medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno
concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo
ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino
Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una
misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a