Página 187 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Un llamamiento para obreros de color
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obreros juntamente con él, éstos harán la misma clase de trabajo que
Jesús anunció como su obra cuando se paró a leer las Escrituras en
la sinagoga de Nazaret. Abrió el libro del profeta Isaías y leyó: “El
Espíritu de Jehová el Señor será sobre mí, porque me ungió Jehová;
me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a
los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a
los presos apertura de la cárcel”.
Isaías 61:1
.
La verdad se encuentra actualmente oscurecida en el mundo
por las nubes del error que prevalecen. El que puede influir aun
sobre los más humildes y ganarlos para Cristo, está colaborando
con las agencias divinas en su esfuerzo por salvar a los perdidos.
Al presentar a los pecadores un Salvador personal y perdonador,
extendemos una mano de simpatía y amor como el de Cristo para
tomar la mano del que ha caído, y asiéndonos por fe de la mano de
Cristo, formamos un eslabón de unión entre el pecador y el Salvador.
El fin está cerca, y cada alma debe andar con cuidado, con humil-
dad y mansedumbre, con Cristo Jesús. Nuestro precioso Salvador,
que refleja todos los rayos de verdad hacia el mundo, no quiere que
coloquemos nuestra confianza en los príncipes ni en el hijo del hom-
bre, en quienes no hay ayuda; sino que nos apoyemos plenamente
en él. Dice: “Separados de mí nada podéis hacer”.
Juan 15:5
. Ne-
cesitamos contemplar constantemente a Jesús a fin de que imprima
sobre nosotros su hermosa imagen. Debemos contemplar al Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo. Entonces revelaremos a
Cristo ante nuestros semejantes.
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