La proclamación de la verdad allí donde hay
antagonismo racial
Siento aflicción de ánimo, mucha congoja, por la obra entre los
afroamericanos. Hay que predicar el Evangelio a los de la oprimida
raza negra. Pero será necesario ejercer mucha precaución en los
esfuerzos realizados para la elevación de este pueblo. Los blancos,
en muchos lugares, manifiestan un fuerte prejuicio contra la raza
negra. Tal vez deseamos ignorarlo, pero no podemos. Si actuáramos
como si ese prejuicio no existiera, no podríamos hacer brillar la luz
ante la gente blanca. Debemos hacer frente a la situación tal como
es y manejarla con sabiduría e inteligencia.
Durante muchos años he sentido aflicción de ánimo por la raza
negra. He experimentado pesadumbre al ver que los sentimientos
negativos contra esta raza aumentan continuamente, y al ver que
muchos adventistas parecen ser incapaces de comprender la nece-
sidad de actuar con energía y prontitud. Los días van pasando a la
eternidad, pero no se ha hecho mucho para ayudar a quienes hasta
hace poco eran una raza de esclavos.
Una de las dificultades que encuentra la obra es que muchas
de las personas de raza blanca que viven en lugares con abundante
población negra, no quieren que se realicen esfuerzos especiales para
elevar su condición. Cuando ven que se establecen escuelas para
ellos, cuando ven que se les enseña a autoabastecerse, a aprender
oficios, a adquirir hogares cómodos en vez de continuar viviendo
en cobertizos y chozas, ven la posibilidad de que eso interfiera con
sus planes egoístas; piensan que ya no podrán pagarles salarios
miserables, lo cual despierta su enemistad. Se sienten perjudicados
y ultrajados. Algunos actúan como si la esclavitud no hubiera sido
abolida. Este espíritu se está fortaleciendo a medida que el Espíritu
de Dios se está retirando del mundo, y en algunos lugares ahora
resulta imposible hacer la obra que hubiera podido realizarse por los
afroamericanos en años pasados.
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