La cuestión racial
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por el impartimiento del Espíritu y creer que Dios cumplirá lo que
ha prometido.
Una lección derivada de la obra de Cristo
En cierta ocasión, cuando Cristo estaba ocupado en su obra de
enseñar y sanar, alguien que se encontraba entre la multitud dijo:
“Di a mi hermano que parta conmigo la herencia”.
Lucas 12:13
.
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Este hombre había presenciado la obra maravillosa de Cristo. La
claridad de su comprensión, la excelencia de su juicio y la justicia
con que consideraba los casos que la gente le llevaba, le habían
causado asombro. Oyó sus conmovedoras exhortaciones y sus so-
lemnes denuncias contra los escribas y los fariseos. Pensó que si
fuera posible que Jesús hablara a su hermano palabras tan cargadas
de autoridad, éste no rehusaría darle la parte que le correspondía.
“Di a mi hermano -le dijo- que parta conmigo la herencia”.
El Espíritu Santo instaba a este hombre a que se convirtiera
en heredero de la herencia que es incorruptible, incontaminada, e
imperecedera. Había visto evidencias del poder de Cristo. Ahora
tenía la oportunidad de hablar al Gran Maestro, de expresarle los
anhelos más profundos de su corazón. Pero lo mismo que el hombre
con el rastrillo en la alegoría de Bunyan, tenía los ojos fijos en la
tierra. No veía la corona sobre su cabeza. Como Simón el Mago,
valoraba el don de Dios como medio de obtener ganancias mundanas.
La misión del Salvador en el mundo se aproximaba rápidamente
a su final. Sólo faltaban pocos meses para que completara lo que
había venido a hacer para establecer el reino de su gracia. Sin em-
bargo, la codicia humana quería apartarlo de su obra para que se
ocupara de la disputa por un pedazo de terreno. Pero Jesús no se
dejó apartar de su misión. Su respuesta fue: “Hombre, ¿quién me ha
puesto sobre vosotros como juez o partidor?”
Lucas 12:14
.
Cristo le dijo claramente que ése no era su trabajo. Estaba em-
peñado en salvar almas. No debía ser distraído de su tarea sagrada
para ocuparse de los deberes de un magistrado civil.
¡Con cuánta frecuencia en la actualidad se imponen sobre la igle-
sia tareas que nunca debieran formar parte de la obra del ministerio
evangélico!