Las necesidades de un campo misionero
Durante muchos años el Señor ha estado manteniendo ante su
pueblo las necesidades de la obra entre la gente de raza negra en
el sur de los Estados Unidos de América. Las tinieblas morales
de este campo son, en sí mismas, un poderoso ruego en favor de
ejercer liberalidad. En el pasado, algunos han hecho lo que podían
para apoyar esta rama de nuestra obra, y su liberalidad ha producido
frutos en términos de la conversión de muchas almas.
Aunque aún queda mucho por hacer en favor de la gente de raza
negra, tenemos razones para regocijarnos por el buen comienzo que
se ha realizado. En un número reciente de la revista
The Gospel
Herald
[El Heraldo del Evangelio -1907], se informa que “hace
quince años no había más de veinte adventistas negros al sur de
la línea Mason-Dixon; pero en la actualidad hay setecientos. Hace
doce años había una sola iglesia adventista negra; actualmente hay
cincuenta, sin contar las que hay en Africa y las Indias Occidentales...
El diezmo de los negros el año pasado en los Estados Unidos sumó
cinco mil dólares; hace quince años no llegaba a cincuenta dólares”.
¡Agradezcamos a Dios, queridos hermanos y hermanas, y ani-
mémosnos! Dios está desnudando su brazo para realizar una obra
poderosa en este campo misionero situado dentro de nuestro propio
país. Ahora está dando a su pueblo oportunidades sin parangón para
extender el mensaje con rapidez en el sur. Debiéramos manifestar
especialmente un espíritu de dadivosidad cuando se recoja la ofrenda
anual para apoyar la obra entre la población de color. Dios ha depo-
sitado su confianza en nosotros al hacernos mayordomos de recursos
económicos y de su abundante gracia; y ahora dirige nuestra aten-
ción hacia los pobres, los que sufren y los oprimidos, hacia las almas
atadas por las cadenas de la superstición y el error, y nos asegura
que si hacemos el bien con ellos, él aceptará nuestras obras como si
las hubiéramos hecho directamente para él. “En cuanto lo hicisteis a
uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
Mateo
25:40
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