Página 236 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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El espíritu de independenci
Antes de salir de Australia, y desde que vine a este país, se me ha
indicado que hay una gran obra que hacer en Estados Unidos. Los
que participaron en los comienzos de la obra van desapareciendo.
Quedan entre nosotros solamente unos pocos de los primeros obre-
ros de la causa. Muchas de las pesadas cargas que antes llevaban
hombres de larga experiencia, están recayendo sobre hombres más
jóvenes.
Esta transferencia de las responsabilidades a obreros cuya ex-
periencia es en cierto modo limitada, va acompañada de algunos
peligros contra los cuales necesitamos precavernos. En el mundo
imperan las contiendas por la supremacía. El espíritu de desorgani-
zación, que impulsa a los hombres a apartarse de sus colaboradores,
está en el mismo aire que respiramos. Algunos consideran que todos
los esfuerzos hechos para hacer reinar el orden son peligrosos, y
los tienen por restricción de la libertad personal, algo que debe ser
temido como el papismo. Estas almas engañadas consideran que es
una virtud jactarse de su libertad de pensar y de actuar independien-
temente. Declaran que nada aceptarán porque lo diga algún hombre;
y que a nadie están sujetos. Se me ha indicado que Satanás hace un
esfuerzo especial para inducir a los hombres a sentir que agradan a
Dios al seguir su propia conducta, con independencia del consejo de
sus hermanos.
En esto estriba un grave peligro para la prosperidad de nuestra
obra. Debemos obrar discreta y sensatamente, en armonía con el
juicio de consejeros temerosos de Dios; porque es la única conducta
que nos garantiza seguridad y fortaleza. Si seguimos otra, Dios no
podrá obrar con nosotros, ni por nuestro medio o en favor nuestro.
¡Oh, cómo se regocijaría Satanás si lograse tener éxito en sus
esfuerzos para penetrar entre este pueblo y desorganizar la obra en
un tiempo en que la organización esmerada es esencial y constituirá
Manuscrito leído ante los delegados de la Asociación General en Washington, D.C,
30 de mayo de 1909.
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