Página 244 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
Hay sólo dos clases
“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terre-
moto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió
toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,
como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte
viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla;
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y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la
tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo
siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de
los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros,
y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono,
y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y
quién podrá sostenerse en pie?’
Apocalipsis 6:12-17
.
“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual
ninguno podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas,
que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos
de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz,
diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado
sobre el trono, y al Cordero... Estos son los que han salido de la gran
tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la
sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le
sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono
extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre, ni sed,
y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero
que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de
aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”.
Apocalipsis 7:9-17
.
En estos pasajes se nos presentan dos categorías de personas.
Unas se han dejado seducir y han tomado posición con los enemigos
del Señor. Interpretaron erróneamente los mensajes que les fueran
dirigidos y se revistieron de su propia justicia. A sus ojos, el peca-
do no era pecaminoso. Enseñaron mentiras en vez de la verdad y
extraviaron a muchas almas.
Ahora debemos vigilarnos a nosotros mismos. Se nos han dirigi-
do advertencias. ¿No podemos ver el cumplimiento de las predic-
ciones de Cristo contenidas en el capítulo 21 de Lucas? ¿Cuántos
son los que estudian las palabras del Señor? ¿Cuántos hay que se