Página 252 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Una dirección bien equilibrad
Esta mañana no hallo reposo. Estoy inquieta con respecto a la
situación que existe en el sur de California. Dios ha asignado a
cada uno su tarea; pero hay quienes no consideran con oración su
responsabilidad individual.
Cuando un obrero es elegido para un puesto, ese puesto de por
sí no le confiere las capacidades que antes no poseía. Un puesto
eminente no basta para impartir al carácter las virtudes cristianas.
El que se imagina poder por si solo trazar los planes para todos los
ramos de la obra, demuestra gran falta de sabiduría. Ninguna mente
humana es capaz de desempeñar las numerosas y variadas respon-
sabilidades de una asociación que incluye a miles de miembros y
muchos ramos de actividad.
Pero se me ha señalado un peligro aún mayor, a saber una idea
que se ha ido difundiendo entre nuestros obreros, según la cual los
predicadores y otros empleados de la causa deben dejar a algunos
jefes el cuidado de definir sus deberes. No deben considerarse la
inteligencia y el juicio de un hombre como suficientes para dirigir y
modelar una asociación. Tanto el individuo como la iglesia tienen
cada cual sus obligaciones. Dios ha dado a cada uno el uso de uno o
varios talentos. Al hacer uso de esos talentos, uno se vuelve más útil
para servir. Dios ha dado entendimiento a cada individuo, y quiere
que sus obreros empleen y desarrollen ese don. El presidente de una
asociación no debe pensar que su juicio personal ha de regir el de
los demás.
En ninguna asociación deben introducirse precipitadamente pro-
posiciones sin dejar a los hermanos el tiempo de examinar atenta-
mente cada uno de los aspectos del asunto. Se ha pensado algunas
veces que por haber sugerido el presidente algunos planes, no había
lugar para consultar al Señor al respecto. De este modo, se aceptaron
proposiciones que no eran para el bien espiritual de los creyentes, y
Publicado originalmente en
Special Testimonies,
serie B, n 10, titulado “Jehová es
nuestro Rey”.
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