Página 257 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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“Soy joven”
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escogido. Les fue prometido un Libertador. Dios dijo a la serpiente:
“Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simien-
te suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.
Génesis 3:15
. Antes de oír hablar de espinas y cardos, de las penas y
dolores que habían de ser su suerte, o del polvo al cual debían tornar,
nuestros primeros padres oyeron palabras que no podían sino infun-
dirles esperanza. Todo lo que habían perdido cediendo a Satanás,
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podía recuperarse por medio de Cristo.
El Hijo de Dios fue dado para redimir a la familia humana.
Mediante sufrimientos infinitos, sobrellevados por el inocente en
lugar del culpable, se pagó el precio que iba a redimir a la familia
humana del poder del destructor y restaurar en ella la imagen divina.
Los que aceptan la salvación que Cristo les trae, se humillarán ante
Dios como niñitos.
Dios quiere que sus hijos le pidan las cosas que le permitirán a
él revelar su gracia al mundo mediante ellos. Quiere que busquen
su consejo y reconozcan su poder. Con amor, Cristo reivindica sus
derechos sobre aquellos por quienes dio su vida; si éstos quieren
compartir las alegrías reservadas a los que reflejan su carácter aquí,
deben acatar su voluntad. Es bueno que sintamos nuestra debilidad;
porque entonces buscaremos la fuerza y la sabiduría que el Padre se
complace en dispensar a sus hijos para las luchas de cada día contra
las potestades del mal.
* * * * *
Aun cuando la instrucción, la preparación y los consejos de
hombres de experiencia sean esenciales, debe enseñarse a los obreros
a no confiar exclusivamente en el juicio de hombre alguno. Como
agentes libres de Dios, todos deben pedirle a él su sabiduría. Cuando
el que está aprendiendo depende enteramente de los pensamientos
de otro y sin ir más lejos acepta sus planes, sólo ve por los ojos de
ese hombre y llega a ser, en este sentido, tan sólo su eco.
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