Página 31 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

Basic HTML Version

Llamados a ser testigos
27
Los representantes de Cristo
Los habitantes del universo celestial esperan que los discípulos
de Cristo brillen como luces en el nublado. Debe demostrarse en
ellos el poder de la gracia que Cristo quiso impartirnos por su muerte.
Dios quiere que los que profesan ser cristianos revelen en su vida
el cristianismo en su forma más elevada. Son los representantes
[20]
reconocidos de Cristo; por su medio debe ser representada la realidad
del cristianismo. Deben ser hombres y mujeres de fe, llenos de valor,
íntegros, que pongan toda su confianza en Dios y en sus promesas.
Todos los que desean entrar en la ciudad de Dios, deben poner
de manifiesto al Salvador en todo trato que tengan durante esta vida
terrenal. Así es como los mensajeros de Cristo serán sus testigos. De-
ben dar un testimonio claro y decidido contra toda mala costumbre,
y enseñar a los pecadores el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo. A todos los que le reciben, él les da poder de ser hechos
hijos de Dios. La regeneración es el único sendero que da acceso a
la ciudad de Dios. Este sendero es estrecho y la puerta por la que se
debe pasar, angosta; sin embargo, por este camino debemos conducir
a hombres, mujeres y niños, enseñándoles que para salvarse, deben
poseer un corazón y espíritu nuevos. Los antiguos rasgos de carác-
ter hereditarios deben ser vencidos. Los deseos naturales del alma
deben cambiar. Toda malicia, toda mentira, toda calumnia, deben
eliminarse. Debe vivirse la vida nueva que nos hace parecernos a
Cristo.
Firme adhesión a la verdad
Nada simulado debe haber en la vida de los que tienen que
proclamar un mensaje tan solemne y sagrado. Enterado el mundo
de la profesión de fe y altas normas de los adventistas del séptimo
día, los está vigilando, y si comprueba que su vida no se amolda a
su profesión de fe, los señala con desprecio.
Los que aman a Jesús pondrán su vida entera en armonía con la
voluntad de él. Se pusieron del lado del Señor, y entre su vida y la
de los mundanos debe existir un vívido contraste. El tentador se les
acercará con halagos y tentaciones, diciéndoles: “Todo esto te daré,
si postrado me adorares”.
Mateo 4:9
. Pero saben que nada bueno