Página 35 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Llamados a ser testigos
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Una escena impresionante
Una escena muy impresionante pasó ante mí en visiones noctur-
nas. Vi una inmensa bola de fuego que caía en medio de un grupo
de hermosas casas que fueron destruidas instantáneamente. Oí a
alguien decir: “Sabíamos que los juicios de Dios visitarían la tierra,
mas no pensábamos que vendrían tan pronto”. Otros dijeron en tono
de reproche: “Vosotros que sabíais estas cosas, ¿por qué no dijisteis
nada? Nosotros no lo sabíamos!” Y por todas partes oía reproches
parecidos.
Me desperté angustiada. Volví a dormirme y me pareció en-
contrarme en una gran asamblea. Un Ser de autoridad hablaba al
auditorio, señalando un mapamundi. Decía que aquel mapa repre-
sentaba la viña de Dios que debemos cultivar. Cuando la luz celestial
brillaba sobre alguno, debía transmitirla. Debían encenderse luces
en los diferentes lugares y de estas luces se encenderían otras aún.
[24]
Estas palabras fueron repetidas: “Vosotros sois la sal de la tierra:
y si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? No vale más para
nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres. Vosotros
sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se
puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un
almud, mas sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en
casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos”.
Mateo 5:13-16
.
Vi focos de luz que brillaban desde las ciudades y los pueblos, en
las montañas y los llanos. La Palabra de Dios era obedecida, y como
resultado, en cada ciudad y cada pueblo se levantaban monumentos
a su gloria. Su verdad era proclamada en todo el mundo.
Luego el mapa fue quitado y reemplazado por otro en el cual la
luz brillaba sólo en unos pocos lugares. El resto del mundo estaba
sumergido en las tinieblas; apenas si se percibían algunos rayos de
luz aquí y allí. Nuestro Instructor dijo entonces: “Esta oscuridad se
debe a que los hombres siguieron su propio camino. Fomentaron sus
tendencias al mal, heredadas o adquiridas. Se dedicaron mayormente
a la duda, la crítica y la acusación. Su corazón no es recto delante
de Dios. Han escondido su lámpara debajo de un almud”.