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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
Dios invita a familias cristianas a que se trasladen a las comuni-
dades sumidas aún en las tinieblas y el error, a fin de trabajar para
el Maestro con tacto y perseverancia. Se necesita renunciamiento
para responder a tales llamadas. Mientras que muchos esperan que
toda dificultad haya desaparecido, hay almas que mueren sin espe-
ranza y sin Dios en el mundo. Muchas personas están dispuestas a
aventurarse en regiones pestilenciales y sufrir penurias y privaciones
para obtener alguna ventaja terrenal o adquirir conocimientos cientí-
ficos. ¿Quién está dispuesto a hacer otro tanto para dar a conocer al
Salvador? ¿Dónde están los hombres y las mujeres deseosos de ir a
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las regiones necesitadas del Evangelio para anunciar el Redentor a
quienes viven en las tinieblas?
Circulación de nuestras publicaciones
Gran número de los hijos de Dios deben ir con nuestras pu-
blicaciones a los lugares donde el mensaje del tercer ángel nunca
ha sido proclamado. Nuestros libros deben ver la luz en muchos
idiomas distintos. Con estos libros deben salir hombres fieles como
colportores evangelistas para llevar la verdad a los que sin ese medio
nunca recibirían la luz. Los que emprenden este ramo de actividad
deberían también prepararse para hacer trabajo médico misionero.
Hay que acudir en auxilio de los enfermos y dolientes. Muchos de
los que habrán sido aliviados en esta forma, entenderán y aceptarán
las palabras de vida.
La obra del colportor evangelista, cuyo corazón está saturado por
el Espíritu Santo, está repleta de admirables posibilidades para hacer
el bien. La presentación de la verdad hecha con amor y sencillez
de casa en casa, está en armonía con la instrucción que Cristo dio a
sus discípulos cuando los envió en su primer viaje misionero. Mu-
chos serán alcanzados por medio de cantos de alabanza y oraciones
humildes y sinceras. El Obrero divino estará presente para poner
convicción en los corazones. “Estoy siempre con vosotros”, es la
promesa que nos ha hecho. Con la seguridad de la presencia perma-
nente de un ayudador como él, podemos trabajar con fe, esperanza y
valor.
De ciudad en ciudad y de país en país se han de llevar las publi-
caciones que contienen la promesa del pronto regreso del Salvador.