Página 41 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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La obra misionera de la iglesia
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Estas publicaciones deben traducirse a todos los idiomas, porque el
Evangelio ha de predicarse en todo el mundo. Cristo promete a cada
obrero la eficiencia divina que dará éxito a su trabajo.
Los que han conocido la verdad durante mucho tiempo necesitan
buscar al Señor intensamente, para que sus corazones se llenen con
la determinación de trabajar por sus vecinos. Hermanos y hermanas,
visitad a quienes viven a vuestro alrededor, y tratad de encontrar
acceso a sus corazones mediante la simpatía y la bondad. Trabajad en
forma que elimine el prejuicio en lugar de crearlo. Recordad que los
que conocen la verdad para este tiempo y que sin embargo confinan
sus esfuerzos a su propia iglesia, y rehúsan trabajar por sus vecinos
no convertidos, serán llamados a rendir cuentas por incumplimiento
del deber.
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Prestad a vuestros vecinos algunos de nuestros libros pequeños.
Si eso despierta su interés, llevadles algunos libros más grandes.
Mostradles
Palabras de vida del gran Maestro
. Contadles su histo-
ria y preguntadles si no desean tener un ejemplar. Si ya lo tienen,
preguntadles si desean leer otros libros parecidos. Si es posible,
buscad la oportunidad de enseñarles la verdad. Debéis sembrar las
semillas de la verdad junto a todas las aguas, porque no sabéis cuál
prosperará.
De casa en casa
En varios Estados hay colonias de agricultores laboriosos y
de condición acomodada, que nunca han oído de la verdad para
nuestra época. Debe trabajarse en tales lugares. Ese trabajo debe
ser emprendido por los miembros de nuestras iglesias. Ellos pueden
hacer mucho en favor de sus vecinos, al prestarles o venderles libros,
al distribuirles periódicos y darles estudios bíblicos. Si tuviesen un
profundo amor por las almas, podrían proclamar el mensaje con
tanto poder que muchas personas se convertirían.
Dos obreros bíblicos estaban sentados en medio de una familia.
Con la Biblia abierta ante ellos, presentaban al Señor Jesucristo en
su carácter de Salvador que perdona los pecados. Elevaban fervien-
tes oraciones hacia Dios y los corazones quedaban enternecidos y
subyugados por la influencia del Espíritu Santo. Sus oraciones eran
expresadas con sinceridad y poder. Mientras explicaban la Palabra