Hay que trabajar con celo
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mar con poder el mensaje de un Salvador crucificado y resucitado.
Deben hacer esfuerzos enérgicos y perseverantes para salvar almas.
El ejemplo que ellos den debe ser tal que ejerza sobre quienes los
rodean una influencia decisiva para el bien. Deben considerar todas
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las cosas como una pérdida en comparación con la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús Señor nuestro.
Un celo intenso debe posesionarse ahora de nosotros. Nuestras
energías adormecidas deben despertarse y consagrarse a un esfuerzo
incansable. Obreros consagrados deben ir al campo de labor, para
preparar el camino del Rey y ganar victorias en nuevas localidades.
Hermano mío, hermana mía, ¿os deja indiferentes saber que cada
día bajan a la tumba almas que no han sido amonestadas ni salvadas,
ignorantes de su necesidad de la vida eterna y de la expiación que el
Salvador hizo por ellas? ¿Os deja indiferentes saber que muy pronto
este mundo tendrá que comparecer ante Jehová para rendir cuenta
de la transgresión de su ley? Los ángeles del cielo se asombran al
ver que los que por tantos años han tenido la luz, todavía no han
llevado la antorcha de la verdad a los lugares oscuros de la tierra.
El valor infinito del sacrificio requerido para efectuar nuestra
redención muestra cuán terrible mal es el pecado. Dios habría podido
borrar de la creación esta mancha impura barriendo al pecador de
la faz de la tierra. Pero “de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna”.
Juan 3:16
. ¿Por qué son tantos los
que quedan ociosos? ¿Por qué todos los que declaran amar a Dios no
tratan de alumbrar a sus vecinos y relaciones para que no descuiden
por más tiempo tan grande salvación?
La falta de compasión
Entre los profesos cristianos de hoy existe una alarmante au-
sencia de la compasión que debieran sentir por la gente que aún no
ha sido salvada. Si nuestros corazones no laten al unísono con el
de Cristo, ¿cómo podríamos comprender el carácter sagrado y la
importancia de la obra a la cual nos llama y que consiste en velar por
las “almas como aquellos que han de dar cuenta”? Hablamos de las
misiones cristianas; y se oye nuestra voz, pero ¿poseemos nosotros
el tierno amor de Cristo por la gente?