Página 51 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Hay que trabajar con celo
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al llamamiento: “¿A quién enviaré?” pocos han contestado: “Heme
aquí, envíame a mí”.
Isaías 6:8
.
Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolen-
cia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará misericordiosamente.
El poder divino se revelará y la iglesia verá las obras providenciales
del Señor de los ejércitos. La luz de la verdad se derramará en rayos
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claros y poderosos, como en los días apostólicos, y mucha gente se
apartará del error e irá hacia la verdad. La tierra será alumbrada con
la gloria del Señor.
Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colabo-
ración de los agentes humanos, de los miembros de la iglesia, en la
gran obra que debe hacerse. Ellos os están esperando. Tan vasto es
el campo y tan grande la empresa, que todo corazón santificado será
alistado en el servicio como instrumento del poder divino.
Al mismo tiempo obrará un poder infernal. Mientras los agentes
de la misericordia divina obren secundados por seres humanos santi-
ficados, Satanás pondrá en actividad a sus propios agentes, haciendo
tributarios suyos a todos los que acepten su dominación. Habrá
muchos señores y muchos dioses. Se oirá el grito: “Aquí está el
Cristo, o allí”. En todas partes se verán las astutas maquinaciones de
Satanás, para apartar la atención de los hombres y las mujeres del
cumplimiento de sus deberes inmediatos. Habrá señales y prodigios.
Mas el ojo de la fe discernirá en todas esas manifestaciones las se-
ñales precursoras de un pavoroso porvenir, y el preludio del triunfo
prometido al pueblo de Dios.
¡Trabajad, oh, trabajad teniendo en vista la eternidad! Recordad
que toda energía debe ser santificada. Queda una gran obra por
hacer. De toda boca sincera debe subir esta oración: “Dios tenga
misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro
sobre nosotros; para que sea conocido en la tierra tu camino, en
todas las gentes tu salud”.
Salmos 67:1-2
.
Quienes entiendan, aunque sea en un grado limitado, lo que la
redención significa para ellos y para sus semejantes, los tales andarán
por la fe y podrán comprender, en cierta medida, las necesidades de
la humanidad. Sus corazones se conmoverán ante la extensa miseria
del mundo, la indigencia de las multitudes que sufren por falta de
alimentos y de ropa y la indigencia moral de los millares a quienes