Página 52 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
amenaza un juicio terrible, ante el cual los sufrimientos físicos se
desvanecen en la insignificancia.
Recuerden los miembros de la iglesia que el solo hecho de
tener sus nombres escritos en un registro no bastará para salvarlos;
deben ser aprobados por Dios como obreros que no tengan de qué
avergonzarse. Día tras día, deben edificar su carácter conforme a las
instrucciones divinas. Deben morar en él y ejercer constantemente fe
en él. Así crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de hombres y
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mujeres en Jesucristo; serán cristianos sanos, animosos, agradecidos,
conducidos por Dios en una luz siempre más pura. Si su vida no
es tal, se encontrarán un día entre quienes exhalarán esta amarga
lamentación: “¡Pasó la siega y terminó el verano, y mi alma no se
salvó! ¿Por qué no busqué un refugio en la Fortaleza? ¿Por qué
jugué con la salvación de mi alma y desprecié al Espíritu de gracia?”
“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso”.
Sofonías 1:14
. Calcémonos las sandalias del Evangelio y estemos
listos a cada momento para emprender el viaje. Cada hora, cada
minuto es precioso. No tenemos tiempo para buscar nuestra propia
satisfacción. En todo nuestro derredor hay gente que perece en el
pecado. Cada día hay algo que hacer para nuestro Señor y Maestro.
Cada día debemos conducir a la gente hacia el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo.
“Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo
del hombre ha de venir a la hora que no pensáis”.
Mateo 24:44
.
Por la noche, no os acostéis sin antes haber confesado vuestros
pecados. Así hacíamos en 1844, cuando esperábamos ir al encuentro
del Señor. Ahora ese acontecimiento está más cercano que cuando
por primera vez creímos. Estad siempre apercibidos, por la tarde, por
la mañana y al mediodía, para que cuando repercuta el clamor: “¡He
aquí, el esposo viene, salid a recibirle!” podáis, aun si este grito os
despertase del sueño, ir a su encuentro con las lámparas aderezadas
y encendidas.
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