Página 53 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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“De gracia recibisteis, dad de gracia”
La abnegación es la nota tónica de las enseñanzas de Cristo. Con
frecuencia se la presenta y prescribe con un lenguaje que causa la
impresión de ser autoritario, porque Dios ve que no hay otro modo
de salvar al ser humano fuera de extirpar el egoísmo de su vida, que
degradaría la totalidad del ser si se lo conservara.
Cristo se hizo pobre para que nosotros participáramos del “cada
vez más excelente y eterno peso de gloria”.
2 Corintios 4:17
. De-
bemos practicar la misma abnegación que lo indujo a entregarse
hasta la muerte en la cruz para hacer posible que los seres humanos
pudieran gozar de la vida eterna. Cada vez que pensemos gastar de
nuestros recursos, debemos esforzamos por satisfacer el propósito
de Aquel que es el alfa y la omega de todo esfuerzo cristiano.
Debemos colocar en la tesorería del Señor todos los recursos
que logremos economizar. Hay campos necesitados y sin evange-
lizar que claman por esos recursos. Desde muchos países llega el
urgente pedido: “Pasa... y ayúdanos”. Nuestros miembros de iglesia
debieran sentir un profundo interés en las misiones de este país y del
extranjero. Recibirán grandes bendiciones cuando hagan esfuerzos
abnegados para plantar el estandarte de la verdad en un nuevo territo-
rio. El dinero invertido en esta obra producirá cuantiosas ganancias.
Nuevos conversos que se regocijan en la luz recibida de la palabra,
darán a su turno de sus propios recursos para llevar la luz de la
verdad a otras personas.
La benevolencia de Dios
Dios nos da constantemente, generosamente y en abundancia.
Toda bendición terrenal procede de su mano. ¿Qué sucedería si
el Señor cesara de derramar sus dones sobre nosotros? ¡Qué cla-
mor de miseria, sufrimiento y necesidad se elevaría desde la tierra!
Necesitamos diariamente el flujo inagotable de la benignidad de
Jehová.
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