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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
Este mundo fue establecido y es sustentado por el compasivo
amor del Creador. Dios es el dador de todo lo que tenemos. El nos
insta a devolverle una porción de la abundancia que ha derramado
sobre nosotros. Pensad en el cuidado que prodiga a la tierra, enviando
la lluvia y la luz del sol a su tiempo, para hacer que la vegetación
crezca y florezca. Derrama sus favores sobre justos e injustos. ¿No
debieran los que reciben sus bendiciones demostrar su gratitud dando
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de sus recursos para ayudar a la humanidad doliente?
Hay muchas personas a quienes llevar al conocimiento salvador
de la verdad. El hijo pródigo se encuentra lejos de la casa de su
Padre y perece de hambre. Tenemos que hacerlo objeto de nuestra
compasión. ¿Os preguntáis: “Cómo considera Dios a los que perecen
en sus pecados?’ Dirijo vuestra atención hacia el Calvario. Dios “ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, sino tenga vida eterna”.
Juan 3:16
. Pensad en el amor sin
parangón del Salvador. Mientras éramos aún pecadores, Cristo murió
para salvarnos de la muerte eterna. A cambio del gran amor con el
que Cristo nos ha amado, tenemos que llevarle nuestras ofrendas de
agradecimiento. Tenemos que presentarle una ofrenda de gratitud de
nuestra propia persona. Nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestros
recursos: todo debe fluir hacia el mundo en una ola de amor por la
salvación de los perdidos. Jesús ha hecho posible que aceptemos su
amor y que trabajemos en feliz colaboración con él bajo su fragante
influencia. El requiere que usemos nuestras posesiones en servicio
generoso para que su plan para la salvación de la gente se lleve
a cabo con poder. El espera que entreguemos a su obra nuestras
energías indivisas.
¿Deseáis asegurar vuestra propiedad? Colocadla en la mano que
lleva la cicatriz donde fue horadada por el clavo en la crucifixión.
Retenedla en vuestra posesión y la perderéis para siempre. Entregad-
la a Dios, y a partir de ese momento llevará su inscripción. Quedará
sellada con su inmutabilidad. ¿Queréis disfrutar de vuestros bienes?
Entonces usadlos para bendición de los que sufren.
El mundo necesitado de ayuda
La magnitud de nuestra obra requiere la liberalidad voluntaria
del pueblo de Dios. En Africa, en China y en India viven millones de