Página 55 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

Basic HTML Version

“De gracia recibisteis, dad de gracia”
51
personas que no han oído el mensaje de la verdad para este tiempo.
Tienen que ser advertidos. Las islas del mar están esperando recibir
el conocimiento de Dios. En esas islas hay que establecer escuelas a
fin de preparar alumnos que asistan a los colegios superiores a su
alcance, para educarse y prepararse con el fin de que puedan regresar
a sus hogares isleños a presentar a los demás la luz que han recibido.
[42]
En nuestro propio país hay mucho por hacer. Hay numerosas
ciudades que deben ser amonestadas. Los evangelistas debieran estar
abriéndose camino hacia todos los lugares donde existe inquietud
con respecto a las leyes dominicales y la enseñanza de religión en las
escuelas públicas. El descuido de los adventistas en aprovechar estas
oportunidades providenciales es lo que está retrasando el progreso
de la causa.
El Señor nos ha hecho sus mayordomos. Ha colocado sus recur-
sos en nuestras manos para que los distribuyamos fielmente. Nos
pide que le devolvamos lo que le pertenece. Ha reservado el diez-
mo como su porción sagrada para que se use en la predicación del
Evangelio en todo el mundo. Hermanos y hermanas, confesad y
olvidad vuestro egoísmo, y llevad al Señor vuestros dones y ofren-
das. Llevadle también los diezmos que habéis retenido. Confesad
vuestro descuido. Probad al Señor, como os ha invitado que hagáis.
“Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el
fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová
de los ejércitos”.
Malaquías 3:11
.
Nuestro orgullo obstaculiza la obra de Dios
He recibido instrucciones según las cuales hay una retención
del diezmo que debiera llevarse fielmente a la tesorería del Señor
para el sostén de los pastores y los misioneros que están abriendo
las Escrituras a la gente y trabajan de casa en casa. La obra de
evangelizar el mundo ha sido gravemente obstaculizada a causa del
egoísmo personal. Algunos, aun entre los cristianos profesos, son
incapaces de ver que la obra del Evangelio debe ser sostenida por los
recursos que Cristo les ha dado. Se necesita dinero para que la obra
que se efectúa en todo el mundo pueda continuar realizándose. Miles
y miles de personas perecen en el pecado, y la falta de recursos está
obstaculizando la proclamación de la verdad que debe anunciarse a