Página 59 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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“De gracia recibisteis, dad de gracia”
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para economizar, pero es una terrible economía que los hace quedar
separados de Dios.
Hermanos y hermanas, es demasiado tarde para dedicar vuestro
tiempo y energía al servicio personal egoísta. Que el último día no
os encuentre desposeídos del tesoro celestial. Procurad promover
los triunfos de la cruz, buscad iluminar a la gente, trabajar por la
salvación de vuestros semejantes, y vuestra obra soportará la prueba
del fuego.
Cada obrero auténtico y abnegado de Dios está dispuesto a gastar
y gastarse en el servicio por los demás. Cristo dice: “El que ama su
vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida
eterna la guardará”.
Juan 12:25
. Por medio de esfuerzos fervientes
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y bien planeados por ayudar donde se necesite ayuda, el verdadero
cristiano demuestra su amor a Dios y a sus semejantes. Puede ser
que pierda su vida en el servicio, pero volverá a encontrarla cuando
Cristo venga a reunir sus joyas para tenerlas consigo.
Hermanos y hermanas, no gastéis grandes cantidades de tiempo
y dinero en vosotros mismos, por amor a vuestra apariencia personal.
Quienes lo hacen se ven obligados a dejar sin hacer muchas cosas
que habrían reconfortado a otros y enviado cálidos sentimientos a
sus agobiados espíritus. Todos necesitamos aprender como aprove-
char fielmente las oportunidades que con tanta frecuencia nos salen
al paso para llevar luz y esperanza a las vidas de otras personas.
¿Cómo podemos aprovechar estas oportunidades si nuestros pen-
samientos se encuentran centrados en nosotros mismos? El egoísta
pierde incontables oportunidades de hacer lo que habría podido lle-
var bendición a sí mismo y a los demás. Es deber del siervo de Dios,
en toda circunstancia, preguntarse: ¿Qué puedo hacer para ayudar
a otros? Después de haber hecho lo mejor posible, debe dejar las
consecuencias con Dios.
Dios ha provisto para todos un placer del que pueden disfrutar
los ricos y los pobres: el placer que se encuentra en el cultivo de
la pureza de pensamiento y de la acción abnegada, el placer que se
obtiene al pronunciar palabras de simpatía y al llevar a cabo acciones
bondadosas. La luz de Cristo brilla de los que prestan esta clase de
servicio e ilumina las vidas oscurecidas por muchas aflicciones.
Podéis sentiros tentados a invertir vuestro dinero en la adquisi-
ción de terrenos. Tal vez vuestros hijos os aconsejarán que lo hagáis.