Página 94 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9
“pacto perpetuo” entre Dios y los que le pertenecen, a fin de que
sepan que son santificados por Jehová, su Creador.
Luego insistí en el hecho de que el gobierno de Dios rige supre-
mo sobre todos los gobiernos de los hombres. Su ley debe ser regla
de conducta para todos. No es permitido a los hombres pervertir sus
sentidos por la intemperancia, o someter su mente a las influencias
satánicas, porque ello los deja en la imposibilidad de observar la ley
de Dios. Aunque el divino Soberano soporte con paciencia la mal-
dad, no puede ser engañado y no callará para siempre. Su autoridad
y supremacía como Príncipe del universo deben ser reconocidas, y
las justas exigencias de su ley vindicadas.
Muchas otras instrucciones acerca de la longanimidad de Dios y
la necesidad de hacer comprender a los transgresores cuán peligrosa
es su posición a la vista de Dios, fueron repetidas al público tal como
yo las había recibido de mi instructor.
El 18 de abril, dos días después de haber tenido la visión del
derrumbamiento de los edificios, fui a la capilla de la calle Carr, en
Los Angeles, donde se me esperaba. Cuando estábamos cerca de
la iglesia, oímos a los vendedores de diarios que gritaban: “¡San
Francisco destruido por un terremoto!” Con el corazón lleno de
angustia leí las primeras noticias del terrible desastre.
Dos semanas más tarde, al volver a nuestra casa, pasamos por
San Francisco, y en un coche alquilado visitamos por una hora y
media la desolación de aquella gran ciudad. Edificios reputados
indestructibles yacían en ruinas. Algunas casas estaban parcialmente
hundidas en el suelo. La ciudad ofrecía un cuadro lamentable de la
vanidad de los esfuerzos humanos para construir edificios a prueba
de fuego y terremotos.
Por la boca del profeta Sofonías, el Señor habla de los juicios
con que afligirá a los que hacen el mal: “Destruiré por completo
todas la cosas de sobre la faz de la tierra, dice Jehová. Destruiré los
hombres y las bestias; destruiré las aves del cielo y los peces del
mar, y cortaré a los impíos; y raeré a los hombres de sobre la faz de
la tierra, dice Jehová...
“Y en el día del sacrificio de Jehová castigaré a los príncipes,
y a los hijos del rey, y a todos los que visten vestido extranjero.
Asimismo castigaré en aquel día a todos los que saltan la puerta, los
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que llenan las casas de sus señores de robo y de engaño.