Página 99 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Una obra para hoy
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que trazar planes para hacer avanzar y extender la obra. Debemos
dedicamos a esta obra con una perseverancia que no permita ninguna
disminución de nuestros esfuerzos, hasta que veamos la salvación
de Dios.
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En Portland, Maine; en Boston y las ciudades circundantes; en
Nueva York y las populosas ciudades cercanas; en Filadelfia, Balti-
more y Washington, el Señor desea que proclamemos con poder el
mensaje del tercer ángel. No podemos ejercer ese poder por nosotros
mismos, pero podemos escoger hombres capaces e instarlos a apro-
vechar las oportunidades y proclamar el mensaje con el poder del
Espíritu Santo. Debemos trazar planes para enviar a esas ciudades
hombres capaces que puedan presentar el mensaje del tercer ángel
en una forma tan definida que lo haga penetrar hasta el corazón de la
gente. No podemos danos el lujo de colocar a hombres de esta clase
en un solo lugar para que hagan la obra que otros podrían hacer.
Y mientras esos obreros hablen de la verdad, la pongan en prácti-
ca y oren por su progreso, Dios conmoverá los corazones. Si trabajan
con todo el poder que Dios les concede, con un corazón humilde y
confiado enteramente en él, sus labores no quedarán sin fruto. Los
esfuerzos resueltos hechos con el propósito de comunicar a las almas
el conocimiento de la verdad para nuestra época serán secundados
por los santos ángeles, y muchas almas se salvarán.
Liberalidad en la obra misionera
Los Estados del sur deben recibir la luz de la verdad presente.
No digáis: “Nuestras imprentas y nuestras iglesias necesitan más
ayuda. Necesitamos todos los recursos disponibles para continuar
la obra emprendida”. Uno tras otro, se ha visto a los hermanos
rehusar subvenciones a ciertos ramos de la actividad misionera, por
temor de que fuesen consumidos los recursos que ellos destinaban a
otras empresas. Hermanos míos, necesitáis una mayor medida del
Espíritu de Cristo. Colocad vuestro ideal más alto; entonces los que
acaban de abrazar la verdad verán que tienen una obra que hacer.
Así aumentarán siempre los recursos para hacer progresar la obra.
¿Podemos esperar que los habitantes de las ciudades vengan a
decirnos: “Si vienen a enseñarnos, les ayudaremos de tal modo”?
¿Qué saben ellos del mensaje? Hagamos nuestra parte en amonestar