Página 10 - El Camino a Cristo (1993)

Basic HTML Version

Capítulo 1— Amor supremo
La Naturaleza y la revelación a una dan testimonio del amor
de Dios. Nuestro Padre Celestial es la fuente de vida, sabiduría
y gozo. Mirad las maravillas y bellezas de la naturaleza. Pensad
en su prodigiosa adaptación a las necesidades y a la felicidad, no
solamente del hombre, sino de todos los seres vivientes. El sol y la
lluvia que alegran y refrescan la tierra; los montes, los mares y los
valles, todos nos hablan del amor del Creador. Dios es el que suple
las necesidades diarias de todas sus criaturas. Ya el salmista lo dijo
en las bellas palabras siguientes:
“Los ojos de todos miran a ti,
Y tú les das su alimento a su tiempo.
Abres tu mano,
Y satisfaces el deseo de todo ser viviente.
Dios hizo al hombre perfectamente santo y feliz; y la hermosa
tierra no tenía, al salir de la mano del Creador, mancha de decadencia,
ni sombra de maldición. La transgresión de la ley de Dios, de la ley
de amor, fué lo que trajo consigo dolor y muerte. Sin embargo, en
medio del sufrimiento resultante del pecado se manifiesta el amor de
Dios. Está escrito que Dios maldijo la tierra por causa del hombre
Los cardos y espinas
las dificultades y pruebas que colman su vida
[10]
de afán y cuidado, le fueron asignados para su bien, como parte de
la preparación necesaria, según el plan de Dios, para levantarle de la
ruina y degradación que el pecado había causado. El mundo, aunque
caído, no es todo tristeza y miseria. En la naturaleza misma hay
mensajes de esperanza y consuelo. Hay flores en los cardos, y las
espinas están cubiertas de rosas.
“Dios es amor” está escrito en cada capullo de flor que se abre,
en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que con sus
Nota.—A menos que se indique otra cosa, los textos bíblicos usados en esta tra-
ducción se han transcrito de la Versión Moderna, publicada por la Sociedad Bíblica
Americana.
6