Página 12 - El Camino a Cristo (1993)

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El Camino a Cristo
Jesús dijo, describiendo su misión terrenal: Jehová “me ha un-
gido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para
proclamar libertad a los cautivos, y a los ciegos recobro de la vista;
para poner en libertad a los oprimidos.
Esta era su obra. Anduvo
haciendo bien y sanando a todos los oprimidos de Satanás.
Había aldeas enteras donde no se oía un gemido de dolor en
casa alguna, porque El había pasado por ellas y sanado a todos sus
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enfermos. Su obra demostraba su unción divina. En cada acto de su
vida revelaba amor, misericordia y compasión; su corazón rebosaba
de tierna simpatía por los hijos de los hombres. Se revistió de la
naturaleza del hombre para poder simpatizar con sus necesidades.
Los más pobres y humildes no tenían temor de allegársele. Aun los
niñitos se sentían atraídos hacia él. Les gustaba subir a sus rodillas y
contemplar su rostro pensativo, que irradiaba benignidad y amor.
Jesús no suprimía una palabra de la verdad, pero siempre la
expresaba con amor. En su trato con la gente hablaba con el ma-
yor tacto, cuidado y misericordiosa atención. Nunca fué áspero ni
pronunció innecesariamente una palabra severa, ni ocasionó a un
alma sensible una pena inútil. No censuraba la debilidad humana.
Decía la verdad, pero siempre con amor. Denunciaba la hipocresía,
la incredulidad y la iniquidad; pero las lágrimas velaban su voz
cuando profería sus penetrantes reprensiones. Lloró sobre Jerusalén,
la ciudad amada, que rehusó recibirle, a El, que era el Camino, la
Verdad y la Vida. Sus habitantes habían rechazado al Salvador, mas
El los consideraba con piadosa ternura. Fué la suya una vida de
abnegación y preocupación por los demás. Toda alma era preciosa
a sus ojos. A la vez que se condujo siempre con dignidad divina,
se inclinaba con la más tierna consideración sobre cada uno de los
miembros de la familia de Dios. En todos los hombres veía almas
caídas a quienes era su misión salvar.
Tal fué el carácter que Cristo reveló en su vida. Tal es el carácter
de Dios. Del corazón del Padre es de donde manan para todos los
hijos de los hombres los ríos de la compasión divina, demostrada por
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Cristo. Jesús, el tierno y piadoso Salvador, era Dios “manifestado
en la carne.
Jesús vivió, sufrió y murió para redimirnos. Se hizo “Varón de
dolores” para que nosotros fuésemos hechos participantes del gozo
eterno. Dios permitió que su Hijo amado, lleno de gracia y de verdad,