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              El Camino a Cristo
            
            
              Muchas son las figuras por las cuales el Espíritu de Dios ha
            
            
              procurado ilustrar esta verdad y hacerla clara para las almas que
            
            
              [20]
            
            
              desean verse libres de la carga de culpabilidad. Cuando Jacob huyó
            
            
              de la casa de su padre, después de haber pecado engañando a Esaú,
            
            
              estaba abrumado por el peso de su culpa. Se sentía solo, abandonado
            
            
              y separado de todo lo que le hacía preciosa la vida. El pensamiento
            
            
              que sobre todo oprimía su alma era el temor de que su pecado le
            
            
              hubiese apartado de Dios y dejado desamparado del cielo. Embarga-
            
            
              do por la tristeza, se recostó para descansar sobre la tierra desnuda.
            
            
              Rodeábanle las solitarias montañas y cubríale la bóveda celeste con
            
            
              su manto de estrellas. Habiéndose dormido, una luz extraña embar-
            
            
              gó su visión; y he aquí, de la llanura donde estaba acostado, una
            
            
              amplia escalera etérea parecía conducir a lo alto, hasta las mismas
            
            
              puertas del cielo, y los ángeles de Dios subían y descendían por ella,
            
            
              mientras que desde la gloria de las alturas se oía que la voz divina
            
            
              pronunciaba un mensaje de consuelo y esperanza. Así fué revelado a
            
            
              Jacob lo que satisfacía la necesidad y ansia de su alma: un Salvador.
            
            
              Con gozo y gratitud vió que se le mostraba un camino por el cual
            
            
              él, aunque pecador, podía ser devuelto a la comunión con Dios. La
            
            
              mística escalera de su sueño representaba al Señor Jesús, el único
            
            
              medio de comunicación entre Dios y el hombre.
            
            
              A esta misma figura se refirió Cristo en su conversación con
            
            
              Natanael cuando dijo: “Veréis abierto el cielo, y a los ángeles de
            
            
              Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre.
            
            
            
            
              Al caer en
            
            
              pecado, el hombre se enajenó de Dios; la tierra quedó separada del
            
            
              cielo. A través del abismo existente entre ambos no podía haber
            
            
              comunicación alguna. Sin embargo, mediante el Señor Jesucristo,
            
            
              el mundo fué nuevamente unido al cielo. Con sus propios méritos,
            
            
              [21]
            
            
              Cristo creó un puente sobre el abismo que el pecado había abierto,
            
            
              de tal manera que los hombres pueden tener ahora comunión con los
            
            
              ángeles ministradores. Cristo une con la Fuente del poder infinito al
            
            
              hombre caído, débil y desamparado.
            
            
              Vanos son los sueños de progreso de los hombres, vanos todos
            
            
              sus esfuerzos por elevar a la humanidad, si menosprecian la única
            
            
              fuente de esperanza y ayuda para la raza caída. “Toda buena dádiva
            
            
              y todo don perfecto
            
            
            
            
              provienen de Dios. Fuera de El, no hay
            
            
              verdadera excelencia de carácter, y el único camino para ir a Dios es