Página 41 - El Camino a Cristo (1993)

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Maravillas obradas por la fe
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paralítico): ¡Levántate, toma tu cama y vete a tu casa!
Así también
Juan el evangelista, al hablar de los milagros de Cristo, dice: “Estas
[señales] empero han sido escritas, para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengáis vida en su
nombre.
Del simple relato de la Escritura acerca de cómo Jesús sanaba a
los enfermos podemos aprender algo con respecto al modo de ir a
Cristo para que nos perdone nuestros pecados. Veamos ahora el caso
del paralítico de Betesda. Este pobre enfermo estaba imposibilitado;
no había usado sus miembros por treinta y ocho años. Con todo, el
Señor le dijo: “¡Levántate, alza tu camilla, y anda!” El paralítico
podría haber dicho: “Señor, si me sanares primero, obedeceré tu
palabra.” Pero no; aceptó la palabra de Cristo, creyó que estaba sano
e hizo el esfuerzo en seguida;
quiso
andar y anduvo. Confió en la
palabra de Cristo, y Dios le dió el poder. Así fué sanado.
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Tú también eres pecador. No puedes expiar tus pecados pasados,
no puedes cambiar tu corazón y hacerte santo. Mas Dios prome-
te hacer todo esto por ti mediante Cristo.
Crees
en esa promesa.
Confiesas tus pecados y te entregas a Dios.
Quieres
servirle. Tan
ciertamente como haces esto, Dios cumplirá su palabra contigo. Si
crees la promesa, si crees que estás perdonado y limpiado, Dios
suple el hecho; estás sano, tal como Cristo dió potencia al paralítico
para andar cuando el hombre creyó que había sido sanado. Así
es
si
lo crees.
No aguardes hasta
sentir
que estás sano, mas di: “Lo creo; así
es, no porque lo sienta, sino porque Dios lo ha prometido.”
Dice el Señor Jesús: “Todo cuanto pidiereis en la oración, creed
que lo recibisteis ya; y lo tendréis.
Una condición acompaña esta
promesa: que pidamos conforme a la voluntad de Dios. Pero es
la voluntad de Dios limpiarnos del pecado, hacernos hijos suyos
y habilitarnos para vivir una vida santa. De modo que podemos
pedir a Dios estas bendiciones, creer que las recibimos y agradecerle
por
haberlas recibido
. Es nuestro privilegio ir a Jesús para que nos
limpie, y subsistir delante de la ley sin confusión ni remordimiento.
“Así que ahora, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme
al Espíritu.