Página 54 - El Camino a Cristo (1993)

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El Camino a Cristo
Preguntaréis tal vez: “¿Cómo permaneceremos en Cristo?” Pues,
del mismo modo en que le recibisteis al principio. “De la manera,
pues, que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en él.” “El
justo... vivirá por la fe.
Os entregasteis a Dios para ser completa-
mente suyos, para servirle y obedecerle, y aceptasteis a Cristo como
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vuestro Salvador. No podíais por vosotros mismos expiar vuestros
pecados o cambiar vuestro corazón; pero habiéndoos entregado a
Dios, creísteis que por causa de Cristo el Señor hizo todo aquello
por vosotros. Por la
fe
llegasteis a ser de Cristo, y por la fe tenéis que
crecer en El, dando y recibiendo. Tenéis que
darle
todo: el corazón,
la voluntad, la vida, daros a El para obedecerle en todo lo que os
pida; y debéis
recibirlo
todo: a Cristo, la plenitud de toda bendi-
ción, para que more en vuestro corazón, sea vuestra fuerza, vuestra
justicia, vuestro eterno Auxiliador, y os dé poder para obedecer.
Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer
trabajo. Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente
tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Usame hoy en tu servicio.
Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti.” Este es un asunto
diario. Cada mañana, conságrate a Dios por ese día. Somete todos
tus planes a El, para ponerlos en práctica o abandonarlos, según te
lo indicare su providencia. Podrás así poner cada día tu vida en las
manos de Dios, y ella será cada vez más semejante a la de Cristo.
La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez no haya éx-
tasis de los sentimientos, pero debe haber una confianza continua
y apacible. Tu esperanza no se cifra en ti mismo, sino en Cristo.
Tu debilidad está unida a su fuerza, tu ignorancia a su sabiduría, tu
fragilidad a su eterno poder. Así que no has de mirar a ti mismo ni
depender de ti, sino mirar a Cristo. Piensa en su amor, en la belleza
y perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su hu-
millación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable
amor: tal es el tema que debe contemplar el alma. Amándole, imitán-
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dole, dependiendo enteramente de El, es como serás transformado a
su semejanza.
El Señor dice: “Permaneced en mí.” Estas palabras expresan una
idea de descanso, estabilidad, confianza. También nos invita: “¡Venid
a mí... y os daré descanso!
Las palabras del salmista hacen resaltar
el mismo pensamiento: “Confía calladamente en Jehová, y espérale
con paciencia.” E Isaías asegura que “en quietud y en confianza será