Página 67 - El Camino a Cristo (1993)

Basic HTML Version

Los dos lenguajes de la providencia
63
se elevarán acompañadas de más fe y amor. Serán inteligentes y
fervorosas. Habrá una confianza constante en Jesús y una experiencia
viva y diaria en su poder de salvar completamente a todos los que
van a Dios por medio de El.
Mientras meditemos en la perfección del Salvador desearemos
ser enteramente transformados y renovados conforme a la imagen
de su pureza. Nuestra alma tendrá hambre y sed de llegar a ser
como Aquel a quien adoramos. Cuanto más concentremos nuestros
pensamientos en Cristo, más hablaremos de El a otros y mejor le
representaremos ante el mundo.
La Biblia no fué escrita solamente para el hombre erudito; al
contrario, fué destinada a la gente común. Las grandes verdades
necesarias para la salvación están presentadas con tanta claridad
como la luz del mediodía; y nadie equivocará o perderá el camino,
salvo los que sigan su juicio privado en vez de la voluntad divina tan
claramente revelada.
No debemos conformarnos con el testimonio de hombre alguno
[90]
en cuanto a lo que enseñan las Santas Escrituras, sino que debe-
mos estudiar las palabras de Dios por nosotros mismos. Si dejamos
que otros piensen por nosotros, nuestra energía quedará mutila-
da y limitadas nuestras aptitudes. Las nobles facultades del alma
pueden reducirse tanto por no ejercitarse en temas dignos de su
concentración, que lleguen a ser incapaces de penetrar la profunda
significación de la Palabra de Dios. La inteligencia se desarrolla
si se emplea en investigar la relación de los asuntos de la Biblia,
comparando escritura con escritura y lo espiritual con lo espiritual.
No hay ninguna cosa mejor para fortalecer la inteligencia que
el estudio de las Santas Escrituras. Ningún otro libro es tan potente
para elevar los pensamientos, para dar vigor a las facultades, como
las grandes y ennoblecedoras verdades de la Biblia. Si se estudiara
la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza
de espíritu, una nobleza de carácter y una firmeza de propósito que
raramente pueden verse en estos tiempos.
No se saca sino un beneficio muy pequeño de una lectura preci-
pitada de las Sagradas Escrituras. Uno puede leer toda la Biblia y
quedarse, sin embargo, sin ver su belleza o comprender su sentido
profundo y oculto. Un pasaje estudiado hasta que su significado
nos sea claro y evidentes sus relaciones con el plan de salvación,