¿Puede el hombre comunicarse con la divinidad?
            
            
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              Necesitamos tener ideas más claras del Señor Jesús y una com-
            
            
              prensión más completa del valor de las realidades eternas. La her-
            
            
              mosura de la santidad ha de saciar el corazón de los hijos de Dios; y
            
            
              para que esto suceda debemos buscar las revelaciones de las cosas
            
            
              celestiales.
            
            
              Esfuércese nuestra alma y elévese para que Dios nos permita
            
            
              respirar la atmósfera celestial. Podemos mantenernos tan cerca de
            
            
              Dios que en cualquier prueba inesperada nuestros pensamientos se
            
            
              vuelvan hacia El tan naturalmente como la flor se vuelve hacia el
            
            
              sol.
            
            
              Presentad a Dios vuestras necesidades, tristezas, gozos, cuidados
            
            
              y temores. No podéis agobiarle ni cansarle. El que tiene contados
            
            
              los cabellos de vuestra cabeza no es indiferente a las necesidades de
            
            
              sus hijos. “Porque el Señor es muy misericordioso y compasivo.
            
            
            
            
              Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aun por
            
            
              nuestra presentación de ellas. Llevadle todo lo que confunda vuestra
            
            
              mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que El no la pueda
            
            
              soportar, pues sostiene los mundos y rige todos los asuntos del
            
            
              universo. Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz
            
            
              es tan pequeña que El no la note. No hay en nuestra experiencia
            
            
              ningún pasaje tan obscuro que El no lo pueda leer, ni perplejidad
            
            
              tan grande que no la pueda desenredar. Ninguna calamidad puede
            
            
              acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar
            
            
              el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de
            
            
              [101]
            
            
              los labios, sin que el Padre celestial lo note, sin que tome en ello un
            
            
              interés inmediato. El “sana a los quebrantados de corazón, y venda
            
            
              sus heridas.
            
            
            
            
              Las relaciones entre Dios y cada una de las almas son
            
            
              tan claras y plenas como si no hubiese otra alma por la cual hubiera
            
            
              dado a su Hijo amado.
            
            
              El Señor Jesús decía: “Pediréis en mi nombre; y no os digo que
            
            
              yo rogaré al Padre por vosotros; porque el Padre mismo os ama.
            
            
            
            
              “Yo os elegí a vosotros, ... para que todo cuanto pidiereis al Padre
            
            
              en mi nombre, él os lo dé.
            
            
            
            
              Orar en el nombre del Señor Jesús es
            
            
              más que hacer simplemente mención de su nombre al principio y
            
            
              al fin de la oración. Es orar con los sentimientos y el espíritu de El,
            
            
              creyendo en sus promesas, confiando en su gracia y haciendo sus
            
            
              obras.