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              El Camino a Cristo
            
            
              a la Palabra de Dios, sino a la perversión que los hombres han hecho
            
            
              de ella.
            
            
              Si fuera posible para los seres terrenales obtener pleno cono-
            
            
              cimiento de Dios y de sus obras, no habría ya para ellos, después
            
            
              de lograrlo, ni descubrimiento de nuevas verdades, ni crecimiento
            
            
              del saber, ni desarrollo ulterior del espíritu o del corazón. Dios no
            
            
              sería ya supremo; y el hombre, habiendo alcanzado el límite del
            
            
              conocimiento y del progreso, dejaría de adelantar. Demos gracias a
            
            
              Dios de que no es así. Dios es infinito; en El están “todos los tesoros
            
            
              de la sabiduría y de la ciencia.
            
            
            
            
              Y por toda la eternidad los hombres
            
            
              podrán estar siempre escudriñando, siempre aprendiendo, sin poder
            
            
              agotar nunca, sin embargo, los tesoros de la sabiduría, la bondad y
            
            
              el poder del Eterno.
            
            
              El quiere que aun en esta vida las verdades de su Palabra se vayan
            
            
              revelando de continuo a su pueblo. Y hay solamente un modo por el
            
            
              cual se obtiene este conocimiento. No podemos llegar a entender la
            
            
              Palabra de Dios sino por la iluminación del Espíritu por el cual ella
            
            
              [110]
            
            
              fué dada. “Las cosas de Dios nadie las conoce, sino el Espíritu de
            
            
              Dios,
            
            
            
            
              “porque el Espíritu escudriña todas las cosas, y aun las cosas
            
            
              profundas de Dios.
            
            
            
            
              Y la promesa del Salvador a sus discípulos
            
            
              fué: “Mas cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará
            
            
              al conocimiento de toda la verdad; ... porque tomará de lo mío, y os
            
            
              lo anunciará.
            
            
            
            
              Dios desea que el hombre haga uso de su facultad de razonar, y
            
            
              el estudio de la Sagrada Escritura fortalece y eleva la mente como
            
            
              ningún otro estudio puede hacerlo. Con todo, debemos cuidarnos
            
            
              de no deificar la razón, que está sujeta a las debilidades y flaquezas
            
            
              de la humanidad. Si no queremos que las Sagradas Escrituras estén
            
            
              veladas para nuestro entendimiento de modo que no podamos com-
            
            
              prender ni las verdades más simples, debemos tener la sencillez y
            
            
              la fe de un niño, estar dispuestos a aprender e implorar la ayuda del
            
            
              Espíritu Santo. El conocimiento del poder y la sabiduría de Dios y
            
            
              la conciencia de nuestra incapacidad para comprender su grandeza,
            
            
              deben inspirarnos humildad, y hemos de abrir su Palabra con santo
            
            
              temor, como si compareciéramos ante El. Cuando nos acercamos
            
            
              a la Escritura nuestra razón debe reconocer una autoridad superior
            
            
              a ella misma, y el corazón y la inteligencia deben postrarse ante el
            
            
              gran yo soy.