Página 107 - El Conflicto Inminente (1969)

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El glorioso triunfo final
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blancas, y teniendo palmas en sus manos.”
Apocalipsis 7:9 (VM)
.
Su lucha terminó; ganaron la victoria. Disputaron el premio de la
carrera y lo alcanzaron. La palma que llevan en la mano es símbolo
de su triunfo, la vestidura blanca, emblema de la justicia perfecta de
Cristo que es ahora de ellos.
Los redimidos entonan un canto de alabanza que se extiende
y repercute por las bóvedas del cielo: “¡Atribúyase la salvación a
nuestro Dios, que está sentado sobre el trono, y al Cordero!”
Vers.
10
. Angeles y serafines unen sus voces en adoración. Al ver los
redimidos el poder y la malignidad de Satanás, han comprendido,
como nunca antes, que ningún poder fuera del de Cristo habría
podido hacerlos vencedores. Entre toda esa muchedumbre ni uno se
atribuye a sí mismo la salvación, como si hubiese prevalecido con
su propio poder y su bondad. Nada se dice de lo que han hecho o
sufrido, sino que el tema de cada canto, la nota dominante de cada
antífona es: Salvación a nuestro Dios y al Cordero.
En presencia de los habitantes de la tierra y del cielo reunidos, se
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efectúa la coronación final del Hijo de Dios. Y entonces, revestido de
suprema majestad y poder, el Rey de reyes falla el juicio de aquellos
que se rebelaron contra su gobierno, y ejecuta justicia contra los que
transgredieron su ley y oprimieron a su pueblo. El profeta de Dios
dice: “Vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él, de
cuya presencia huyó la tierra y el cielo; y no fué hallado lugar para
ellos. Y ví a los muertos, pequeños y grandes, estar en pie delante
del trono; y abriéronse los libros; abrióse también otro libro, que es
el libro de la vida: y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las
cosas escritas en los libros, según sus obras.”
Apocalipsis 20:11, 12
(VM)
.
Apenas se abren los registros, y la mirada de Jesús se dirige
hacia los impíos, éstos se vuelven conscientes de todos los pecados
que cometieron. Reconocen exactamente el lugar donde sus pies se
apartaron del sendero de la pureza y de la santidad, y cuán lejos el
orgullo y la rebelión los han llevado en el camino de la transgresión
de la ley de Dios. Las tentaciones seductoras que ellos fomentaron
cediendo al pecado, las bendiciones que pervirtieron, su desprecio
de los mensajeros de Dios, los avisos rechazados, la oposición de
corazones obstinados y sin arrepentimiento—todo eso sale a relucir
como si estuviese escrito con letras de fuego.