Página 52 - El Conflicto Inminente (1969)

Basic HTML Version

48
El Conflicto Inminente
de una piedad sin poder. Semejante religión es, precisamente, lo que
las multitudes desean.
El hecho de que la iglesia asevere tener el derecho de perdonar
pecados induce a los romanistas a sentirse libres para pecar; y el
mandamiento de la confesión sin la cual ella no otorga su perdón,
tiende además a dar bríos al mal. El que se arrodilla ante un hombre
caído y le expone en la confesión los pensamientos y deseos secretos
de su corazón, rebaja su dignidad y degrada todos los nobles instintos
de su alma.
El culto de las imágenes y reliquias, la invocación de los san-
tos y la exaltación del papa son artificios de Satanás para alejar de
Dios y de su Hijo el espíritu del pueblo. Para asegurar su ruina, se
esfuerza en distraer su atención del Unico que puede asegurarles la
[52]
salvación. Dirigirá las almas hacia cualquier objeto que pueda subs-
tituir a Aquel que dijo: “¡Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os daré descanso!”
Mateo 11:28 (VM)
.
Satanás se esfuerza siempre en presentar de un modo falso el
carácter de Dios, la naturaleza del pecado y las verdaderas conse-
cuencias que tendrá la gran controversia. Sus sofismas debilitan el
sentimiento de obligación para con la ley divina y dan a los hombres
libertad para pecar. Al mismo tiempo les hace aceptar falsas ideas
acerca de Dios, de suerte que le miran con temor y odio más bien
que con amor. Atribuye al Creador la crueldad inherente a su propio
carácter, la incorpora en sistemas religiosos y le da expresión en
diversas formas de culto. Sucede así que las inteligencias de los
hombres son cegadas y Satanás se vale de ellos como de sus agentes
para hacer la guerra a Dios. Debido a conceptos erróneos de los atri-
butos de Dios, las naciones paganas fueron inducidas a creer que los
sacrificios humanos eran necesarios para asegurarse el favor divino;
y perpetráronse horrendas crueldades bajo las diversas formas de la
idolatría.
La iglesia católica romana, al unir las formas del paganismo con
las del cristianismo, y al presentar el carácter de Dios bajo falsos
colores, como lo presentaba el paganismo, recurrió a prácticas no
menos crueles, horrorosas y repugnantes. En tiempo de la suprema-
cía romana, había instrumentos de tortura para obligar a los hombres
a aceptar sus doctrinas. Existía la hoguera para los que no querían
hacer concesiones a sus exigencias. Hubo horribles matanzas de tal