Página 56 - El Conflicto Inminente (1969)

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El Conflicto Inminente
facultades intelectuales del hombre fuesen consideradas como don
de su Creador y que fuesen empleadas en provecho de la verdad y
de la justicia; pero cuando se fomenta el orgullo y la ambición y
los hombres exaltan sus propias teorías por encima de la Palabra de
Dios, entonces la inteligencia puede causar mayor perjuicio que la
ignorancia. Por esto, la falsa ciencia de nuestros días, que mina la
fe en la Biblia, preparará tan seguramente el camino para el triunfo
del papado con su formalismo agradable, como el obscurantismo lo
preparó para su engrandecimiento en la Edad Media.
En los movimientos que se realizan actualmente en los Estados
Unidos de Norteamérica para asegurar el apoyo del estado a las
instituciones y prácticas de la iglesia, los protestantes están siguiendo
las huellas de los papistas. Más aún, están abriendo la puerta para
que el papado recobre en la América protestante la supremacía
que perdió en el Viejo Mundo. Y lo que da más significado a esta
tendencia es la circunstancia de que el objeto principal que se tiene
en vista es imponer la observancia del domingo, institución que vió
la luz en Roma y que el papado proclama como signo de su autoridad.
Es el espíritu del papado, es decir, el espíritu de conformidad con
las costumbres mundanas, la mayor veneración por las tradiciones
humanas que por los mandamientos de Dios, el que está penetrando
en las iglesias protestantes e induciéndolas a hacer la misma obra de
exaltación del domingo que el papado hizo antes que ellas.
Si el lector quiere saber cuáles son los medios que se emplearán
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en la contienda por venir, no tiene más que leer la descripción de
los que Roma empleó con el mismo fin en siglos pasados. Si desea
saber cómo los papistas unidos a los protestantes procederán con los
que rechacen sus dogmas, considere el espíritu que Roma manifestó
contra el sábado y sus defensores.
Edictos reales, concilios generales y ordenanzas de la iglesia
sostenidos por el poder civil fueron los peldaños por medio de los
cuales el día de fiesta pagano alcanzó su puesto de honor en el mundo
cristiano. La primera medida pública que impuso la observancia del
domingo fué la ley promulgada por Constantino. (Año 321 de J. C.)
Dicho edicto requería que los habitantes de las ciudades descansaran
en “el venerable día del sol,” pero permitía a los del campo que
prosiguiesen sus faenas agrícolas. A pesar de ser en realidad ley