Página 101 - Consejos para los Maestros (1971)

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La primera escuela del niño
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recursos fracasen; sin embargo ella no debe usar la vara si es posible
evitarlo. Pero si las correcciones más benignas resultan insuficientes,
el castigo para hacer volver al niño en sí debe ser administrado con
amor. Frecuentemente una sola corrección de esta naturaleza bastará
para toda la vida, pues demostrará al niño que él no tiene en sus
manos las riendas del dominio.
Y cuando este paso llega a ser necesario, se le debe inculcar
seriamente al niño el pensamiento de que se le administra el castigo
no para la satisfacción de los padres ni como acto de arbitraria
autoridad, sino para su propio beneficio. Debe enseñársele que todo
defecto no corregido le ocasionará desgracia, y desagradará a Dios.
Bajo esa disciplina, los niños hallarán su mayor felicidad en someter
su voluntad a la voluntad de su Padre celestial.
A veces hacemos más para provocar que para ganar. He visto a
una madre arrebatar de la mano de su hijo algo que le ocasionaba
placer especial. El niño no veía la razón de ello, y naturalmente
se sintió maltratado. Luego siguió un altercado entre ambos, y un
vivo castigo puso fin a la escena, por lo menos aparentemente; pero
esta batalla dejó en la mente tierna una impresión que no se iba a
borrar fácilmente. Esa madre actuó imprudentemente. No razonó de
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causa a efecto. Su acción dura, poco juiciosa, despertó las peores
pasiones en el corazón de su hijo, y en toda ocasión similar esas
mismas pasiones se iban a despertar y fortalecer.
¿Pensáis que Dios no se fija en la manera en que tales niños son
corregidos? El lo ve, y sabe cuáles podrían haber sido los bienaven-
turados resultados de la obra de corrección hecha de una manera que
hubiese conquistado en lugar de repeler.
No corrijáis nunca a vuestros hijos si estáis airados. Un arrebato
vuestro no curará el mal genio de vuestro hijo. De todos, éste es el
momento en que debéis actuar con humildad, paciencia y oración.
Es el momento de arrodillarse con los niños y pedir perdón al Señor.
Si sois padres cristianos, antes de ocasionar dolor físico a vuestro
hijo, revelaréis el amor que tenéis para con vuestros pequeñuelos
que yerran. Mientras os postráis delante de Dios con vuestro hijo,
presentaréis al Redentor lleno de simpatía sus propias palabras:
“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los
tales es el reino de Dios”.
Marcos 10:14
. Esta oración traerá a los
ángeles a vuestro lado. Vuestro hijo no olvidará estos incidentes, y