Página 123 - Consejos para los Maestros (1971)

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Capítulo 17—La enseñanza de lecciones de utilidad
La vida no nos ha sido dada para que la pasemos en la ociosidad
y la complacencia propia. Grandes posibilidades han sido colocadas
delante de cada uno que quiera desarrollar las capacidades que Dios
le ha dado. Por esta razón la educación de los jóvenes es asunto de la
más alta importancia. Cada niño nacido en el hogar es un cometido
sagrado. Dios dice a los padres: “Tomad este niño, y criádmelo,
para que pueda honrar mi nombre y ser un medio por el cual mis
bendiciones fluyan al mundo”. A fin de preparar al niño para una vida
tal, se necesita algo más que una educación parcial, unilateral, que
desarrolle las facultades mentales a expensas de las físicas. Todas
las facultades de la mente y del cuerpo necesitan desarrollarse; y
ésta es la obra que los padres, ayudados por el maestro, han de hacer
en favor de los niños y jóvenes encargados a su cuidado.
Las primeras lecciones son de gran importancia. Es costumbre
mandar a los niños a la escuela con muy tierna edad. Se les exige
que estudien de los libros cosas que recargan sus mentes infantiles,
y con frecuencia se les enseña música. A menudo los padres tienen
recursos limitados, y hacen gastos que casi no pueden sufragar,
pero creen que deben hacer todo lo posible para cumplir con esta
parte artificial de la educación. Tal conducta no es prudente. El
niño nervioso no debe ser recargado en ningún sentido, y no debe
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aprender música hasta que esté bien desarrollado físicamente.
La madre debe ser la maestra, y el hogar la escuela donde cada
niño aprenda sus primeras lecciones; y estas lecciones deben incluir
los hábitos de laboriosidad. Madres, dejad a los pequeñuelos jugar
al aire libre; dejadlos escuchar los cantos de las aves, y aprender
del amor de Dios según se expresa en sus hermosas obras. Ense-
ñadles lecciones sencillas del libro de la naturaleza y de las cosas
que los rodean; y a medida que sus mentes se expandan podrán
añadirse las lecciones de los libros, y grabarse firmemente en su
memoria. Pero aprendan ellos también, aun en sus primeros años, a
ser útiles. Enseñadles a pensar que, como miembros de la familia,
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