Página 125 - Consejos para los Maestros (1971)

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La enseñanza de lecciones de utilidad
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y vivifica toda facultad. Y hay una recompensa en la laboriosidad
virtuosa, en el cultivo del hábito de vivir haciendo bien.
No debe privarse a los hijos de los ricos de la gran bendición
de tener algo que hacer para aumentar la fuerza del cerebro y de
los músculos. El trabajo no es una maldición, sino una bendición.
Aun antes que pecasen Adán y Eva, Dios les dio un hermoso huerto
para que lo cultivaran. Era trabajo agradable, y ningún otro trabajo
que no lo fuera habría penetrado en nuestro mundo, si la primera
pareja no hubiese transgredido los mandamientos de Dios... Los
ricos no han de quedar privados del privilegio y la bendición de
tener un lugar entre los obreros del mundo. Deben comprender que
son responsables del uso que hagan de las posesiones que les han
sido confiadas; que su fuerza, su tiempo y su dinero han de ser
empleados sabiamente, y no con propósitos egoístas...
La aprobación de Dios descansa con amante seguridad sobre los
hijos que alegremente asumen su parte en los deberes de la vida
doméstica, compartiendo las cargas de sus padres. En recompensa
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tendrán salud del cuerpo y paz mental, y disfrutarán del placer de ver
a sus padres obtener su parte de placer social y recreación sana, lo
cual prolongará su vida. Los niños educados en el cumplimiento de
los deberes prácticos de la vida saldrán del hogar para ser miembros
útiles de la sociedad con una educación muy superior a la que se
obtiene por estar encerrados en el aula desde edad temprana, cuando
ni la mente ni el cuerpo son bastante fuertes para soportar la tensión.
En el hogar y en la escuela, por el precepto y el ejemplo, se
debe enseñar a los niños y a los jóvenes a ser veraces, abnegados y
laboriosos. No se les debe permitir dedicar su tiempo a la ociosidad;
sus manos no deben doblarse en la inacción. Los padres y los maes-
tros deben trabajar para lograr este objeto: el desarrollo de todas
las facultades, y la formación del debido carácter. Pero cuando los
padres comprendan sus responsabilidades, quedará mucho menos
que hacer para los maestros.
El cielo está interesado en esta obra en favor de los jóvenes.
Los padres y maestros que por instrucciones sabias, con modales
serenos y decididos, acostumbren a los niños a pensar en los demás
y a cuidar de ellos, les ayudarán a vencer su egoísmo, y cerrarán la
puerta a muchas tentaciones. Los ángeles de Dios cooperarán con
estos instructores fieles. Los ángeles no son enviados para hacer esta