Página 131 - Consejos para los Maestros (1971)

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La cooperación entre el hogar y la escuela
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deben abusar de la censura. Sea la bondad la ley del hogar y de
la escuela. Enséñese a los niños a guardar la ley del hogar y de la
escuela. Enséñese a los niños a guardar la Ley de Dios, y por una
influencia firme y amante, apárteselos del mal.
Los padres deben recordar que se logrará mucho más por la obra
de la escuela de iglesia si ellos mismos comprenden las ventajas
que sus hijos obtendrán de esa escuela, y apoyan de todo corazón
al maestro. Por la oración, la paciencia y la tolerancia, los padres
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pueden deshacer en gran parte el daño causado por la impaciencia
e indulgencia imprudente. Cooperen en el trabajo los padres y el
maestro, recordando los primeros que ellos mismos recibirán ayuda
por la presencia en la comunidad de un maestro ferviente, temeroso
de Dios.
Padres, no omitáis esfuerzo alguno para colocar a vuestros hijos
en la situación más favorable posible para formar el carácter que
Dios quiere que desarrollen. Emplead toda fibra moral y muscular
en el esfuerzo para salvar a vuestra pequeña grey. Las potencias del
infierno se unirán para su destrucción, pero Dios plantará en vuestro
favor bandera contra el enemigo. Orad mucho más de lo que oráis.
Con amor y ternura, enseñad a vuestros hijos a ir a Dios como a su
Padre celestial. Por vuestro ejemplo, enseñadles el dominio propio,
y el ser serviciales. Decidles que Cristo no vivió para agradarse a sí
mismo.
Recoged los rayos de luz divina que brillan sobre vuestra senda.
Andad en la luz como Cristo está en la luz. Al emprender la obra
de ayudar a vuestros hijos a servir a Dios, vendrán las pruebas más
provocadoras; pero no perdáis vuestra confianza; aferraos a Jesús.
El dice: “¿Forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga
paz conmigo”.
Isaías 27:5
. Se presentarán dificultades; encontraréis
obstáculos; pero mirad constantemente a Jesús. Cuando se presenta
una emergencia, preguntad: “¿Señor, qué debo hacer ahora?” Si os
negáis a inquietaros o reñir, el Señor os mostrará el camino. El os
enseñará a usar el talento del habla de una manera tan cristiana
que la paz y el amor reinarán en el hogar. Siguiendo una conducta
consecuente, podréis ser evangelistas en el hogar, ministros de la
gracia para vuestros hijos.