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Consejos para los Maestros
Una comprensión llena de simpatía
Nunca debe abandonarse el trabajo educativo en un lugar donde
se ha establecido una escuela de iglesia, a menos que Dios indique
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claramente que así debe hacerse. Las condiciones adversas pueden
parecer conspirar contra la escuela, pero con la ayuda de Dios el
maestro puede hacer una gran obra salvadora y transformar las cosas.
Si él trabaja paciente, ferviente y perseverantemente, de acuerdo con
los métodos de Cristo, la obra de reforma hecha en la escuela podrá
extenderse a los hogares de los niños, introduciendo en ellos una
atmósfera más pura y celestial. Esto es en verdad obra misionera del
más alto carácter.
Si los padres hacen fielmente su parte, la obra del maestro se
aligerará grandemente. Su esperanza y valor aumentarán. Los pa-
dres cuyo corazón rebose de amor hacia Cristo, evitarán el expresar
censuras y harán cuanto esté en su poder para alentar y ayudar al
que han elegido como maestro de sus hijos. Estarán dispuestos a
creer que es tan concienzudo en su obra como ellos en la suya.
Los maestros del hogar y los de la escuela deben saber compren-
der la obra de cada uno y simpatizar mutuamente. Deben colaborar
armoniosamente, imbuidos del mismo espíritu misionero, y esforzar-
se juntos por beneficiar a los niños física, mental y espiritualmente,
a fin de desarrollar en ellos un carácter que resista la prueba de la
tentación.
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