Página 133 - Consejos para los Maestros (1971)

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Capítulo 19—Las escuelas familiares
A medida que progresemos en el establecimiento de escuelas
de iglesia, hallaremos que debe trabajarse en favor de los niños en
los lugares donde se había pensado que no podía sostenerse una. En
cuanto sea posible, todos nuestros hijos deben tener oportunidad de
obtener educación cristiana. A fin de proveerla, debemos a veces
establecer escuelas de iglesia en los hogares. Sería bueno si varias
familias de un vecindario se uniesen para emplear a un maestro
humilde y temeroso de Dios, que dé a los padres la ayuda que
necesitan para educar a sus hijos. Esto será una gran bendición para
muchos grupos aislados de observadores del sábado, y un plan más
agradable al Señor que el que se ha seguido a veces, a saber, enviar a
niños tiernos lejos de sus casas para asistir a una de nuestras escuelas
mayores.
Los pequeños grupos de observadores del sábado son necesarios
para mantener en alto la luz delante de sus vecinos; y se necesitan
los niños en los hogares, para poder ayudar a sus padres cuando
terminan las horas de estudio. El mejor lugar para los niños es el
hogar cristiano bien ordenado, donde puedan recibir la disciplina
paterna según la orden del Señor.
Los tiernos años de la infancia son años de pesada responsabili-
dad para los padres. Estos tienen un sagrado deber que cumplir en
cuanto a enseñar a sus hijos a ayudar a llevar las cargas del hogar, a
conformarse con alimentos sencillos y ropas aseadas y poco costo-
sas. Los requerimientos de los padres deben ser siempre razonables;
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deben expresar bondad, no por una negligencia insensata, sino por
una sabia dirección. Han de enseñar a sus hijos en forma agradable,
sin regañarlos ni censurarlos, procurando ligar consigo el corazón
de los pequeñuelos con sedosas cuerdas de amor. Sean todos, padres
y madres, maestros, hermanos y hermanas mayores, una fuerza edu-
cadora para fortalecer todo interés espiritual, y para introducir en el
hogar y en la vida escolar una atmósfera sana que ayude a los niños
menores a crecer en la educación y admonición del Señor.
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