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Consejos para los Maestros
en voluntario cautiverio al Salvador, postrando el corazón ante la
amabilidad de Cristo.
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Aunque los principios y hábitos correctos son de la primera
importancia entre las cualidades del maestro, es indispensable que
él tenga conocimiento cabal de las ciencias. Las altas adquisiciones
del saber deben combinarse con la integridad de carácter.
Si sois llamados a ser maestros, sois llamados también a aprender.
Si asumís la sagrada responsabilidad de enseñar a otros, asumís
también el deber de dominar todo asunto que queréis enseñar. No
os conforméis con pensamientos embotados, una mente indolente, o
una memoria floja. Es cosa noble enseñar; es cosa bienaventurada
el aprender. El verdadero conocimiento es una posesión preciosa, y
cuanto más tenga de él el maestro, tanto mejor será su trabajo.
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Al mandar a los niños a las escuelas fiscales, los padres los están
colocando bajo influencias desmoralizadoras, influencias que perju-
dican la moral y los hábitos. En tales ambientes, los niños reciben
con frecuencia instrucciones que los preparan para ser enemigos de
Cristo. Pierden de vista la piedad y la virtud.
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Muchas escuelas públicas están impregnadas de la influencia
nefasta de niños y niñas expertos en el pecado. Los niños a quienes
se permite jugar en la calle, obtienen allí una educación que, según
aprenderán más tarde sus padres irreflexivos, conduce a la temeridad
y a la iniquidad.
Dios ha dado a los jóvenes y a los niños mentes inquisitivas.
Les han sido confiadas sus facultades de raciocinio como talentos
preciosos. Es deber de los padres mantener delante de ellos el verda-
dero significado del asunto de la educación; porque abarca muchos
ramos. Debe enseñárseles a perfeccionar cada talento, con el propó-
sito de usarlos todos en el servicio de Cristo para la elevación de la
humanidad caída.
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